Esto que vemos es un candil o candileja de aceite. También se le llama en algunos sitios una luz de gancho. Consta de dos recipientes de hojalata uno dentro del otro. El exterior es el que sirve de depósito para el aceite y de la mecha empapada en el mismo. Tiene un atizador con el que se va sacando la mecha a medida que se va consumiendo pues se gasta con el uso juntamente con el aceite que la empapa, por carbonización. Precisamente esta oxidación fuerte del aceite y la mecha es la que produce la llama y la luz, como sabemos. El segundo recipiente es para recoger el aceite que se pueda escurrir del primero y que no caiga al suelo. En Bruselas me encargaron una vez uno y el dueño me invitó a cenar dos veces en su restaurante. El tenía muchas clases de luces; pero esta, no. Allí se quedó para recuerdo.
Un abrazo.
Un abrazo.
Estos candiles los hacía el tio hojalatero en Deza. En otros sitios los harían los artesanos locales, aunque hay algunos ejemplares muy majos que son de hierro o de chapa fuerte. El caso es que todos hacen el mismo servicio. El que tenga alguno que lo guarde pues son piezas raras y hay que conservarlas aunque no sirvan ya para nada mas que de adorno, como la que se muestra en la foto.
Un abrazo.
Un abrazo.
Hubo un poeta llamado Baltasar de Alcázar que compuso cientos de poesías; pero la que viene al caso es la de la Cena, en donde a medida que iban cenado y bebiendo se ven las cosas doble y dice en unos versos ya al final..." ¿no pusiste allí un candil/ cómo ahora veo dos...?" “Con este negro beber/ se acrecientan los candiles". Eso es lo que pasa al que sobrepasa la dosis permitida del buen bebedor. Ojo sobretodo si hay que conducir pues si ves dos coches y tiras por medio, seguro que hay un accidente y si ves dos carreteras a lo peor escoges la que no es y te sales. Que les ha pasado a otros. Mucho cuidado!
Un abrazo.
Un abrazo.
Este candil todavía está en servicio. Quiero decir que de vez en cuando lo enciendo allá en el portal donde está y apagando la luz eléctrica, me sirve de recuerdo de otros tiempos lejanos. Hasta veo con toda claridad en mi mente, aquellos momentos en los que mi madre sacaba mecha y espabilaba el moco, que es como se llama al trocito que está ardiendo y que se va requemando. Si no lo atizas acaba por consumirse aun cuando tenga aceite para rato. En Deza a veces se apagaba la luz electrica, por vientos y nevadas y teníamos que encender algunas veces el candil y si duraba mucho el apagón pues por no gartar aceite, que se necesitaba para los guisos, pues nos íbamos a la cama mas pronto de lo normal.
Un abrazo.
Un abrazo.