El 9 de agosto de 1002, con unos 65 años de edad, Almanzor murió en Medinaceli de muerte natural. «Fue arrebatado en Medinaceli, gran ciudad, por el demonio, que le había poseído en vida, y sepultado en el infierno», quedó escrito en «La Crónica Silense». Entonces los reyes cristianos celebraron su muerte con alivio; y más tarde sus cronistas inventaron que no fue en cama sino en la batalla de Calatañazor contra sus tropas. Algo tan improbable como que consiguieran derrotarle en vida.