LO QUE SE HA ESCRITO, O SE ESCRIBE, DE DEZA
Antes de proseguir, me gustaría felicitar al anónimo autor de esta foto. También por el repaso que hace al santoral casi todos los días. Por cierto, los nombres que en él aparecen se han quedado como reliquias del pasado. Basta con repasar el nombre de pila de niños y niñas de unos años a esta parte.
Después de esta larga disquisición, vuelvo a un tema que tenía aparcado hace tiempo, como éste de lo escrito sobre Deza. Es más que probable que algo parecido apareciese en la primera época del foro y, además, es evidente que para los dezanos no constituya ninguna novedad lo que aquí se escribe. Tampoco, creo, estará de más como recordatorio de los más veteranos e, incluso, como conocimiento de los más jóvenes.
Hoy abriremos lo que se ha escrito de Deza en el "Diccionario Espasa España Mágica". Se hace en la entrega siguiente.
Antes de proseguir, me gustaría felicitar al anónimo autor de esta foto. También por el repaso que hace al santoral casi todos los días. Por cierto, los nombres que en él aparecen se han quedado como reliquias del pasado. Basta con repasar el nombre de pila de niños y niñas de unos años a esta parte.
Después de esta larga disquisición, vuelvo a un tema que tenía aparcado hace tiempo, como éste de lo escrito sobre Deza. Es más que probable que algo parecido apareciese en la primera época del foro y, además, es evidente que para los dezanos no constituya ninguna novedad lo que aquí se escribe. Tampoco, creo, estará de más como recordatorio de los más veteranos e, incluso, como conocimiento de los más jóvenes.
Hoy abriremos lo que se ha escrito de Deza en el "Diccionario Espasa España Mágica". Se hace en la entrega siguiente.
LO QUE SE HA ESCRITO, O SE ESCRIBE, DE DEZA
"Diccionario Espasa España Mágica".
En 1997, la editorial Espasa Calpe editó el libro del encabezamiento, escrito al alimón por Antonio Ruiz Vega y Fernando Sánchez Dragó. Como reconoce éste en el prólogo "... no hay en ella (en la obra) ni una sola línea en la que haya participado también Antonio Ruiz Vega". Lógico que sea reconocido esto por cuanto el estilo de Antonio es inconfundible para los que hemos leído lo que escribe, que no es poco... y bueno. Para quienes no conozcan dicho Diccionario, aclaro que las citas -personajes, lugares...- van acompañadas de una explicación amena.
Almoraví, Ana de
Vecina de Deza (Soria), quien en 1570, al paso de una procesión que comenzaba con un gran crucifijo, exclamó en son de burla: ¡Válame Dios, aquel Jesusazo tan grande! ¿Cómo lo pueden llevar? Ello fue motivo suficiente para que a la pobre la llevaran ipso facto a la Inquisición por hacer burla y escarnio de la cosas de la Iglesia y sus imágenes. A causa de estar en el límite exacto de los reinos de Castilla y Aragón y ser paso obligado y alcabala, muchos moriscos y hebreos vivían en esta localidad soriana, lo mismo que en Ágreda, Arcos de Jalón, Ciria, etc., y por las mismas causas. Los moriscos de Deza dieron mucho que hablar y que hacer. De aquí era Román Ramírez de Deza (v.), que acabó también en el Santo Oficio y luego fue inspirador de algunas obras de teatro. La actitud de Ana de Almoraví, irreverente y además imprudente, hay que inscribirla en la concepción islamita de la religión, que prescinde de la imaginería, a la que tiene como muestra vergonzosa de un estadio primitivo de espiritualidad. Hay además como un cierto aire de condescendencia en el gesto de Ana de Almoraví, como quien se siente parte de una religión mucho más avanzada que la cristiana, a la cual compendia y supera.
(v.) De Román Ramírez de Deza ya hablaremos otro día.
"Diccionario Espasa España Mágica".
En 1997, la editorial Espasa Calpe editó el libro del encabezamiento, escrito al alimón por Antonio Ruiz Vega y Fernando Sánchez Dragó. Como reconoce éste en el prólogo "... no hay en ella (en la obra) ni una sola línea en la que haya participado también Antonio Ruiz Vega". Lógico que sea reconocido esto por cuanto el estilo de Antonio es inconfundible para los que hemos leído lo que escribe, que no es poco... y bueno. Para quienes no conozcan dicho Diccionario, aclaro que las citas -personajes, lugares...- van acompañadas de una explicación amena.
Almoraví, Ana de
Vecina de Deza (Soria), quien en 1570, al paso de una procesión que comenzaba con un gran crucifijo, exclamó en son de burla: ¡Válame Dios, aquel Jesusazo tan grande! ¿Cómo lo pueden llevar? Ello fue motivo suficiente para que a la pobre la llevaran ipso facto a la Inquisición por hacer burla y escarnio de la cosas de la Iglesia y sus imágenes. A causa de estar en el límite exacto de los reinos de Castilla y Aragón y ser paso obligado y alcabala, muchos moriscos y hebreos vivían en esta localidad soriana, lo mismo que en Ágreda, Arcos de Jalón, Ciria, etc., y por las mismas causas. Los moriscos de Deza dieron mucho que hablar y que hacer. De aquí era Román Ramírez de Deza (v.), que acabó también en el Santo Oficio y luego fue inspirador de algunas obras de teatro. La actitud de Ana de Almoraví, irreverente y además imprudente, hay que inscribirla en la concepción islamita de la religión, que prescinde de la imaginería, a la que tiene como muestra vergonzosa de un estadio primitivo de espiritualidad. Hay además como un cierto aire de condescendencia en el gesto de Ana de Almoraví, como quien se siente parte de una religión mucho más avanzada que la cristiana, a la cual compendia y supera.
(v.) De Román Ramírez de Deza ya hablaremos otro día.
LO QUE SE HA ESCRITO, O SE ESCRIBE, DE DEZA
"Diccionario Espasa España Mágica".
(Continuamos con el libro de Antonio Ruiz Vega y Fernando Sánchez Dragó)
Caratón, Juan
Vecino de Deza (Soria) islamizante y por ello reo de la Inquisicióhn. Caratón recibía, en los últimos años del XVI, a un moro notable del vecino Aragón, que andaba, como él, en cosas de la arriería entre Deza y Calatayud. El bilbilitano traía entre las peras libros prohibidos, no sólo religiosos, sino mágicos, pues el cristiano que se enteró del tralado y los denunció dice que vio un libro del rey moro Zalim y que con él curaría cualquier enfermedad. En el argot inquisitorial a la persona que hacia proselitismo de su religión "non-sancta", fuere esta hebrea, mahometana o luterana se le definía como dogmatizante. Esto era, evidentemente, un agravante de los peores y hacía expedito el camino hacialas llamas. Es frecuente ver en las declaraciones de los reos, aun bajo tortura, gran insistencia en que, aunque profesaran el islamismo lo hacían en secreto y que nunca trataron de convencer a otros de que los profesaran también. Era también considerado mucho peor si el reo trataba de convencer a cristianos viejos (lo que a veces sucedía y con éxito, ya que el dogma islámico o judaico era mucho más coherente y consistente que el católico) que si se limitaba, como era frecuente, a reconvenir a los que se habían apartado ocasionalmente de su fe.
"Diccionario Espasa España Mágica".
(Continuamos con el libro de Antonio Ruiz Vega y Fernando Sánchez Dragó)
Caratón, Juan
Vecino de Deza (Soria) islamizante y por ello reo de la Inquisicióhn. Caratón recibía, en los últimos años del XVI, a un moro notable del vecino Aragón, que andaba, como él, en cosas de la arriería entre Deza y Calatayud. El bilbilitano traía entre las peras libros prohibidos, no sólo religiosos, sino mágicos, pues el cristiano que se enteró del tralado y los denunció dice que vio un libro del rey moro Zalim y que con él curaría cualquier enfermedad. En el argot inquisitorial a la persona que hacia proselitismo de su religión "non-sancta", fuere esta hebrea, mahometana o luterana se le definía como dogmatizante. Esto era, evidentemente, un agravante de los peores y hacía expedito el camino hacialas llamas. Es frecuente ver en las declaraciones de los reos, aun bajo tortura, gran insistencia en que, aunque profesaran el islamismo lo hacían en secreto y que nunca trataron de convencer a otros de que los profesaran también. Era también considerado mucho peor si el reo trataba de convencer a cristianos viejos (lo que a veces sucedía y con éxito, ya que el dogma islámico o judaico era mucho más coherente y consistente que el católico) que si se limitaba, como era frecuente, a reconvenir a los que se habían apartado ocasionalmente de su fe.
LO QUE SE HA ESCRITO, O SE ESCRIBE, DE DEZA
(Continuamos con el "Diccionario Espasa España Mágica", de
Antonio Ruiz Vega y Fernando Sánchez Dragó)
Bautismo
En Galicia existe la costumbre de bautizar al niño antes del nacimiento, para evitar así un mal parto. Este rito consiste en que la embarazada acuda junto a otros familiares a un puente cercano. Al dar las doce del mediodía la madre aborda al primer hombre que pasa con estas palabras: "Hombre de buena ventura, engéndrame esta criatura" y le piden que bautice al niño. Nadie suele negarse. Entonces bajan al río y el desconocido con agua bautiza el viente de la madre con las habituales fórmulas, mientras que ésta, descalza, permanece dentro del agua. Luego se celebra el bautizo como si fuera uno normal y en ciertos lugares, al terminar la fiesta, se arroja al río la vajilla, mantel y sobras, tirando las cosas de espaldas y de modo que pasen por encima del hombro, clásica fórmula para borrar maleficios. Los judeoconversos españoles, con muy escaso fervor católico, acostumbraban a lavar concienzudamente a sus hijos cuando regresaban de la ceremonia bautismal. También solían hacer que el niño fuera alimentado por una nodriza hebrea, pensando así que, por el conducto de la leche que bebían, algo de la vieja religión mosaica penetraría en ellos para siempre. En algunos casos se untaba a los niños recién nacidos con mirra las palmas de las manos, las plantas de los pies y las axilas. Con los moriscos sucedía tres cuartos de lo mismo. Así, en 1573, Juan Sierra, vecino de Belmontejo, morisco, es encausado por la Inquisición por haber lavado con agua caliente la cabeza de su hijo para quitar todo resto del agua bendita o de los santos óleos.
María Marquina, vecina de Deza (Soria), en vísperas de la expulsión, tras la ceremonia cristiana lleva a su hijo a casa y en presencia de otros moriscos desnuda a su hijo, le lava con agua caliente y luego le pone otro nombre, árabe en este caso.
(continúa)
(Continuamos con el "Diccionario Espasa España Mágica", de
Antonio Ruiz Vega y Fernando Sánchez Dragó)
Bautismo
En Galicia existe la costumbre de bautizar al niño antes del nacimiento, para evitar así un mal parto. Este rito consiste en que la embarazada acuda junto a otros familiares a un puente cercano. Al dar las doce del mediodía la madre aborda al primer hombre que pasa con estas palabras: "Hombre de buena ventura, engéndrame esta criatura" y le piden que bautice al niño. Nadie suele negarse. Entonces bajan al río y el desconocido con agua bautiza el viente de la madre con las habituales fórmulas, mientras que ésta, descalza, permanece dentro del agua. Luego se celebra el bautizo como si fuera uno normal y en ciertos lugares, al terminar la fiesta, se arroja al río la vajilla, mantel y sobras, tirando las cosas de espaldas y de modo que pasen por encima del hombro, clásica fórmula para borrar maleficios. Los judeoconversos españoles, con muy escaso fervor católico, acostumbraban a lavar concienzudamente a sus hijos cuando regresaban de la ceremonia bautismal. También solían hacer que el niño fuera alimentado por una nodriza hebrea, pensando así que, por el conducto de la leche que bebían, algo de la vieja religión mosaica penetraría en ellos para siempre. En algunos casos se untaba a los niños recién nacidos con mirra las palmas de las manos, las plantas de los pies y las axilas. Con los moriscos sucedía tres cuartos de lo mismo. Así, en 1573, Juan Sierra, vecino de Belmontejo, morisco, es encausado por la Inquisición por haber lavado con agua caliente la cabeza de su hijo para quitar todo resto del agua bendita o de los santos óleos.
María Marquina, vecina de Deza (Soria), en vísperas de la expulsión, tras la ceremonia cristiana lleva a su hijo a casa y en presencia de otros moriscos desnuda a su hijo, le lava con agua caliente y luego le pone otro nombre, árabe en este caso.
(continúa)
En la misma localidad, fronteriza entre Castilla y Aragón, Lope Guerrero, en 1570, reúne a sus amigos -moriscos- para celebrar de nuevo el bautizo de su hijo. En esta ceremonia se recitan versículos del Corán, se le impone un nombre islámico y se le viste al modo musulmán: "Se hizo cierta ceremonia en la que le pusieron nombre de moro al niño poniéndole muy galano y aderezado con ámbares y corales al cuello y sortijas de plata diciendo una de las dichas personas algunas cosas y palabras en arábigo con que le puso el nombre de moro" (de la acusación inquisitorial).
(Continuación)
A los moriscos se les achacó, incluso, otra práctica horrible mediante la que burlaban el bautizo. Era ésta el destinar un niño a la misión de recibir varios bautizos, presentándolo siempre que se producía un natalicio en la iglesia para que el párroco le bautizara, dejando así a los recién nacidos lejos de la influencia eclesiástica. Cuando el niño crecía y era ya imposible hacerle pasar por recién nacido, se le daba muerte en la creencia de que tal repetición de bautismos le cristianizaba ya irrecuperablemente. Ni que decir tiene que ésta es sin duda una malintencionada acusación de la comunidad cristiana, en la cual cabe ver reminiscencias de los infanticidios rituales de que eran acusados los hebreos hasta su expulsión. Es de temer que los moriscos heredaran así la mala fama de los judíos, una vez éstos fuera de España. El inquisidor aragonés Arias Gallego acusa expresamente a los moriscos de este reino, en 1533, de hacer sacrificios a Mahoma en la persona de niños cristianos.
A los moriscos se les achacó, incluso, otra práctica horrible mediante la que burlaban el bautizo. Era ésta el destinar un niño a la misión de recibir varios bautizos, presentándolo siempre que se producía un natalicio en la iglesia para que el párroco le bautizara, dejando así a los recién nacidos lejos de la influencia eclesiástica. Cuando el niño crecía y era ya imposible hacerle pasar por recién nacido, se le daba muerte en la creencia de que tal repetición de bautismos le cristianizaba ya irrecuperablemente. Ni que decir tiene que ésta es sin duda una malintencionada acusación de la comunidad cristiana, en la cual cabe ver reminiscencias de los infanticidios rituales de que eran acusados los hebreos hasta su expulsión. Es de temer que los moriscos heredaran así la mala fama de los judíos, una vez éstos fuera de España. El inquisidor aragonés Arias Gallego acusa expresamente a los moriscos de este reino, en 1533, de hacer sacrificios a Mahoma en la persona de niños cristianos.