Ofertas de luz y gas

DEZA: Ayer, con mis compañeros de Historia del Arte, visité...

Ayer, con mis compañeros de Historia del Arte, visité Soria. La excursión fue muy provechosa, nos hizo un buen día y tuvimos la suerte de cumplir con el programa establecido. La verdad es que en un solo día no se puede asimilar tanto arte y tanta belleza, a pesar de que, algunos de estos lugares ya los conocí hace muchos años. El principal objetivo era contemplar la exposición que, sobre las Edades del Hombre, este año se expone en Soria que era la única capital castellana donde todavía no se había expuesto.
En este caso no voy a tratar de la historia de nuestro pueblo, aunque invito a cuantos foreros les guste el arte a que la visiten. Yo voy a dedicar cuatro o cinco entregas a expresar en síntesis lo que vi, aunque todavía estoy impresionado y quizás me condicione a ser subjetivo. La exposición comenzó el mes de Mayo, se clausura en Diciembre de este año y supongo que, por su importancia, será muy visitada el próximo verano.
Comenzó nuestra excursión visitando los Arcos de San Juan de Duero, un bello conjunto de la arquitectura del románico castellano situado en un maravilloso entorno verde entre el Monte de las Ánimas y el Duero. Es una pena que solamente queden los restos de lo que en su día fue un monasterio de la Orden de San Juan de Jerusalén, aunque algunos autores lo remontan a los Caballeros Templarios. El monasterio fue construido en el siglo XII y estuvo habitado hasta el XVIII. Es uno de los monumentos más originales del románico y destacan los arcos de lo que queda del monasterio; un extraordinario conjunto de arcos que, a cielo descubierto forman el claustro y que es único en la arquitectura cristiana del medievo. Parece ser que sus constructores eran mudéjares de origen. Aunque destacan la Iglesia y el claustro, parece que, además de las dependencias de los monjes, contaba con un hospital.
La iglesia es sencilla, solo una nave, el ábside y el presbiterio semicircular. Dos templetes a ambos lados del presbiterio, que no son sino dos baldaquinos.
Los magníficos y bien conservados capiteles historiados, escenifican paisajes evangélicos.
Mucho se podría escribir del monasterio y su entorno. Una vez dentro, si apagas los ojos y enciendes la imaginación, olerás el incienso y escucharás el tranquilo y relajante canto de los monjes.
Un saludo