Continuamos:
"Si bien es cierto -y de ello hay copiosa bibliografía- que sobrevivieron importantes comunidades mozárabes en Toledo, Córdoba, Sevilla y Mérida, no lo es menos que a principios del siglo XII se deportó en masa a Marruecos a los cristianos de Málaga y Granada; o que raramente se autorizaba la construcción de nuevas iglesias y sinagogas o su restauración, o el repique de campanas. Sin fijar mucho nuestra atención en los momentos de persecución y exterminio directo de los cristianos (en Córdoba, v. g., entre 850 y 859, cuyo hito más famoso fue la decapitación de San Eulogio; o la aniquilación en Granada por Abd al Mu min en el siglo XII), sí nos interesa más poner el acento en la presión latente y continuada que la población sometida padecía en la vida cotidiana. La actitud de recelo, inseguridad y odio que Ibn Battuta (siglo XIV) declara por derecho en tierras bizantinas ("las iglesias son también sucias y no hay nada bueno en ellas") se enraizaba en un concepto de relación con los cristianos estrictamente utilitario, soportándose a esta minoría como mal menor, cuando no se la podía absorber o exterminar, pero sin cordialidad ninguna:
"El reinado de al-Nasir (Abderramán III) se prolongó durante cincuenta años, a lo largo de los cuales los cristianos le pagaron capitulación humildemente cada cuatro meses y ninguno de ellos osó en ese tiempo montar caballo macho ni llevar armas."
Podemos seguir...
"Si bien es cierto -y de ello hay copiosa bibliografía- que sobrevivieron importantes comunidades mozárabes en Toledo, Córdoba, Sevilla y Mérida, no lo es menos que a principios del siglo XII se deportó en masa a Marruecos a los cristianos de Málaga y Granada; o que raramente se autorizaba la construcción de nuevas iglesias y sinagogas o su restauración, o el repique de campanas. Sin fijar mucho nuestra atención en los momentos de persecución y exterminio directo de los cristianos (en Córdoba, v. g., entre 850 y 859, cuyo hito más famoso fue la decapitación de San Eulogio; o la aniquilación en Granada por Abd al Mu min en el siglo XII), sí nos interesa más poner el acento en la presión latente y continuada que la población sometida padecía en la vida cotidiana. La actitud de recelo, inseguridad y odio que Ibn Battuta (siglo XIV) declara por derecho en tierras bizantinas ("las iglesias son también sucias y no hay nada bueno en ellas") se enraizaba en un concepto de relación con los cristianos estrictamente utilitario, soportándose a esta minoría como mal menor, cuando no se la podía absorber o exterminar, pero sin cordialidad ninguna:
"El reinado de al-Nasir (Abderramán III) se prolongó durante cincuenta años, a lo largo de los cuales los cristianos le pagaron capitulación humildemente cada cuatro meses y ninguno de ellos osó en ese tiempo montar caballo macho ni llevar armas."
Podemos seguir...