Algunos lugares comunes cuando llegan los tiempos de elecciones nos los quieren convertir la clase politica y muchos periodistas en axiomas o, peor aún, en dogmas que hemos de aceptar a pie juntillas los ciudadanos si no queremos ser no ya responsables sino culpables de lo que pueda pasar. Me refiero a la abstención: que si va contra la democracia, que si sube la extrema derecha o los radicales de ultraizquierda que si se hace el juego a los antisistema y un largo etcétera. Pues no, la abstención ha de verse como un correctivo a los responsables políticos que cada día más nos aburren con sus campañas demagógicas, infantiles, noñas y de una simplicidad que abruma: -"Oye, tú"; -"anda que tú"; -"corrupto tú" -"y tú más"; -"pues a mí me votan" -"y mí también"... y así continúa el circo para entretenimiento de señores y señoras, jóvenes y jóvenas, jubilados y jubiladas y militares o militaras, con y sin graduación. Pan y circo. Ni una propuesta seria sobre esa Europa nuestra; ni un discurso de altura, ni un argumento con el que rebatir al contrario. Sólo el "y tú más". Y encima tendrán el morro de descalificar a los abstencionistas. La gente terminará por aburrirse de tanta sombra de corrupción, de la falta de conductas ejemplares, de modelos a quienes votar, de tanto rollo, de tanta payasada. Y al día siguiente todos cantan: "Hemos ganao, hemos ganao, el equipo colorao (o el azul), el portero medio muerto y el portero escalabrao" Aquí, si hay serios en este circo, serán los leones de la Carrera de San Jerónimo. Y no cobran.