Pan y circo (panem et circenses).
Veinte siglos después, y hay que ver lo poco que hemos avanzado. Los emperadores romanos bien sabían entretener a la plebe con reparto gratuito de pan y entradas para los juegos. Aún sin la grandeza de un Julio César, pero con más medios como esa caja mágica que llamamos tele, los que mueven las piezas de ajedrez de este gran tablero sobre el que pisamos, bien saben del poder de sedación que tienen los llamados espectáculos de masas como el fútbol. ¿Y a los que no les gusta? Pues siempre habrá otro deporte, un ídolo prefabricado del espectáculo que sea, o los cotilleos infames de cualquier cadena de televisión.
Y mientras, el presidente deun club haciendo demagogia política con nacionalismos trasnochados; el de otro tirando por la ventana cientos de millones de euros... ¿Quién paga eso? Pues el pueblo, claro. Al final habrá que darle la razón a Lope de Vega: "Pues si el pueblo es necio, que pague su precio".
Veinte siglos después, y hay que ver lo poco que hemos avanzado. Los emperadores romanos bien sabían entretener a la plebe con reparto gratuito de pan y entradas para los juegos. Aún sin la grandeza de un Julio César, pero con más medios como esa caja mágica que llamamos tele, los que mueven las piezas de ajedrez de este gran tablero sobre el que pisamos, bien saben del poder de sedación que tienen los llamados espectáculos de masas como el fútbol. ¿Y a los que no les gusta? Pues siempre habrá otro deporte, un ídolo prefabricado del espectáculo que sea, o los cotilleos infames de cualquier cadena de televisión.
Y mientras, el presidente deun club haciendo demagogia política con nacionalismos trasnochados; el de otro tirando por la ventana cientos de millones de euros... ¿Quién paga eso? Pues el pueblo, claro. Al final habrá que darle la razón a Lope de Vega: "Pues si el pueblo es necio, que pague su precio".
Hace unos días, un lector, con muy buen criterio, se preguntaba en la sección de "Cartas al director" de un periódico, acerca de lo que comenta aquí Félix sobre los casi 11.000 millones (once mil: uno-uno-cero-cero-cero) de las antiguas pesetas (decir 65 millones de euros suena más modesto) que un club va a pagar por un jugador. Y los que piensa seguir gastando en otros jugadores. Más de uno se dirá: "Los clubes hacen con su dinero lo que quieren". ¿"Su" dinero? Ya. Y seguía comentando, muy razonablemente, una serie de consideraciones sobre la crisis actual, las quiebras de importantes empresas, los miles de millones con que los bancos son rescatados por los Gobiernos... Se preguntaba si las empresas de ese presidente no notaban la crisis, mientras exigía que se investigase qué bancos iban a avalar los fichajes de ese señor y si habían recibido ayudas del Gobierno. También exigía que se investigase si las múltiples empresas manejadas por tal señor habían sufrido algún ERE, despidos, o algún tipo de ayuda estatal. También reflexionaba sobre los cuatro millones de parados y pedía que no se permitiese semejante despilfarro.
Seguro que el firmante de tal carta habrá sufrido airadas críticas de algunos lectores. Sin ir más lejos, el otro día me "di un garbeo por otro foro" y uno de esos de los que hablaba Lope de Vega venía a decir que el club de sus amores era una religión, su estadio un templo y los jugadores el santoral. Amén.
Seguro que el firmante de tal carta habrá sufrido airadas críticas de algunos lectores. Sin ir más lejos, el otro día me "di un garbeo por otro foro" y uno de esos de los que hablaba Lope de Vega venía a decir que el club de sus amores era una religión, su estadio un templo y los jugadores el santoral. Amén.