Pan y circo (panem et circenses).
Veinte siglos después, y hay que ver lo poco que hemos avanzado. Los emperadores romanos bien sabían entretener a la plebe con reparto gratuito de pan y entradas para los juegos. Aún sin la grandeza de un Julio César, pero con más medios como esa caja mágica que llamamos tele, los que mueven las piezas de ajedrez de este gran tablero sobre el que pisamos, bien saben del poder de sedación que tienen los llamados espectáculos de masas como el fútbol. ¿Y a los que no les gusta? Pues siempre habrá otro deporte, un ídolo prefabricado del espectáculo que sea, o los cotilleos infames de cualquier cadena de televisión.
Y mientras, el presidente deun club haciendo demagogia política con nacionalismos trasnochados; el de otro tirando por la ventana cientos de millones de euros... ¿Quién paga eso? Pues el pueblo, claro. Al final habrá que darle la razón a Lope de Vega: "Pues si el pueblo es necio, que pague su precio".
Veinte siglos después, y hay que ver lo poco que hemos avanzado. Los emperadores romanos bien sabían entretener a la plebe con reparto gratuito de pan y entradas para los juegos. Aún sin la grandeza de un Julio César, pero con más medios como esa caja mágica que llamamos tele, los que mueven las piezas de ajedrez de este gran tablero sobre el que pisamos, bien saben del poder de sedación que tienen los llamados espectáculos de masas como el fútbol. ¿Y a los que no les gusta? Pues siempre habrá otro deporte, un ídolo prefabricado del espectáculo que sea, o los cotilleos infames de cualquier cadena de televisión.
Y mientras, el presidente deun club haciendo demagogia política con nacionalismos trasnochados; el de otro tirando por la ventana cientos de millones de euros... ¿Quién paga eso? Pues el pueblo, claro. Al final habrá que darle la razón a Lope de Vega: "Pues si el pueblo es necio, que pague su precio".
Roma en campaña electoral.
En aquellos tiempos no había televisión, ni radio, ni periódicos, ni revistas; tampoco internet. Sin embargo, el interés por la política y por las elecciones en la antigua Roma era tanto o mayor que en la actualidad. El interés con el que se sigue, por ejemplo, la campaña a la presidencia de Estados Unidos entre Obama y McCain tenía su parangón, 2.000 años atrás, en las calles de las ciudades romanas. Los ciudadanos romanos elegían periódicamente los cargos de representación municipal y la campaña era un auténtico acontecimiento. Las paredes de las calles de la antigua Pompeya se llenaban con miles de grafitis electorales y la lucha política entre los candidatos era tan agresiva como pueda serlo ahora...
Un abrazo.
En aquellos tiempos no había televisión, ni radio, ni periódicos, ni revistas; tampoco internet. Sin embargo, el interés por la política y por las elecciones en la antigua Roma era tanto o mayor que en la actualidad. El interés con el que se sigue, por ejemplo, la campaña a la presidencia de Estados Unidos entre Obama y McCain tenía su parangón, 2.000 años atrás, en las calles de las ciudades romanas. Los ciudadanos romanos elegían periódicamente los cargos de representación municipal y la campaña era un auténtico acontecimiento. Las paredes de las calles de la antigua Pompeya se llenaban con miles de grafitis electorales y la lucha política entre los candidatos era tan agresiva como pueda serlo ahora...
Un abrazo.