OLIVO Y MADRE
Dormita el olivo en la mansa ensenada
tomando en sus brazos la brisa invernal;
bien sabe que pronto sus hijas amadas
serán conducidas a un rito ancestral.
Vendrán diez mil brazos de tierras lejanas
sintiendo en sus huesos un aura glacial,
mas sabe el olivo que aún con desgana
será vareado con ritmo vital.
Se ven ya aceitunas danzando en el suelo,
dispuestas a dar lo mejor de si,
sabiendo que van a perder su velo
en un baile lento, trenzado con frenesí.
Suspira el olivo (“Besad al destino
y partid sin temor!”). Empieza la criba,
inicio preciso del justo camino
que lleva a su fin: el Aceite de Oliva.
Inés Gurrutxaga (Tolosa, Gipuzkoa)
Dormita el olivo en la mansa ensenada
tomando en sus brazos la brisa invernal;
bien sabe que pronto sus hijas amadas
serán conducidas a un rito ancestral.
Vendrán diez mil brazos de tierras lejanas
sintiendo en sus huesos un aura glacial,
mas sabe el olivo que aún con desgana
será vareado con ritmo vital.
Se ven ya aceitunas danzando en el suelo,
dispuestas a dar lo mejor de si,
sabiendo que van a perder su velo
en un baile lento, trenzado con frenesí.
Suspira el olivo (“Besad al destino
y partid sin temor!”). Empieza la criba,
inicio preciso del justo camino
que lleva a su fin: el Aceite de Oliva.
Inés Gurrutxaga (Tolosa, Gipuzkoa)