El Corpus Christi, era una festividad de las gordas; de aquellas que se celebraban en jueves. En tiempos se decía: Tres jueves hay en el año que relumbran más que el sol; Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión. La procesión de aquel día tenía de particular que era presidida por las Autoridades locales y escoltada por la guardia civil.
Todos los balcones tenían colgadas sus mejores colchas en honor de Jesús Sacramentado y toda rodilla se doblaba a su paso. Y todos los hombres se descubrían con respeto al acercarse el palio.
La bendición de los bebes, solía hacerse en las calles y plaza del pueblo, al paso del Santísimo. La madre acompañaba a su pequeño sentada en una silla. A veces era una hermanita mayor la aguantaba al pequeño. Ahora se estila el dejar a los niños en su cochecito, cosa que antes no se podía hacer por la sencilla razón de que no existían.
En la Cuesta de la Parra, a medio camino del recorrido, se montaba pequeño altar. Se hacia en la puerta del edificio donde está el moral de la cuesta y servía para que el sacerdote descansara unos momentos, aprovechando la oportunidad para dar la bendición a los congregantes. A mi me parecía, aquel altar, una cosa grandiosa y de lujo. No había visto otro igual y yo o encontraba muy bonito...
Durante las procesiones se repicaban siempre las campanas y Emiliano hijo era el que se cuidaba de que no hubiese abusos por parte de los campaneros aficionados e incluso imprudentes. Hubo tiempos en los que se echaban a bando las tres campanas que existían entonces, que eran la de San Juan, La Santa María y el Campanillo.
Este jueves sería la festividad de Corpus Christi. Hace años que se trasladó al domingo siguiente.
Un abrazo.
Todos los balcones tenían colgadas sus mejores colchas en honor de Jesús Sacramentado y toda rodilla se doblaba a su paso. Y todos los hombres se descubrían con respeto al acercarse el palio.
La bendición de los bebes, solía hacerse en las calles y plaza del pueblo, al paso del Santísimo. La madre acompañaba a su pequeño sentada en una silla. A veces era una hermanita mayor la aguantaba al pequeño. Ahora se estila el dejar a los niños en su cochecito, cosa que antes no se podía hacer por la sencilla razón de que no existían.
En la Cuesta de la Parra, a medio camino del recorrido, se montaba pequeño altar. Se hacia en la puerta del edificio donde está el moral de la cuesta y servía para que el sacerdote descansara unos momentos, aprovechando la oportunidad para dar la bendición a los congregantes. A mi me parecía, aquel altar, una cosa grandiosa y de lujo. No había visto otro igual y yo o encontraba muy bonito...
Durante las procesiones se repicaban siempre las campanas y Emiliano hijo era el que se cuidaba de que no hubiese abusos por parte de los campaneros aficionados e incluso imprudentes. Hubo tiempos en los que se echaban a bando las tres campanas que existían entonces, que eran la de San Juan, La Santa María y el Campanillo.
Este jueves sería la festividad de Corpus Christi. Hace años que se trasladó al domingo siguiente.
Un abrazo.