“Topicazos al uso”.
Dejemos tranquilos a vivos y a muertos. Te podía enumerar con todo detalle muchos de eso tópicos a los que tú pides como Santo Tomás, una explicación o ver para creer; pero no voy a entrar al trapo por varias razones que me callaré. Yo no voy a echar tierra a los ojos de mis paisanos ni voy a tirar piedras a los tejados de mi pueblo. Tu ya conoces que no hay tonto que los apedree. Yo me uno a ese colectivo, no como carente de sentido común; sino previniendo males mayores.
Si cada pueblo tiene su idiosincrasia particular, allá cada cual. Casi siempre forma parte de su cultura. Ellos se lo guisan y ellos con su pan se lo coman.
Saludos.
Dejemos tranquilos a vivos y a muertos. Te podía enumerar con todo detalle muchos de eso tópicos a los que tú pides como Santo Tomás, una explicación o ver para creer; pero no voy a entrar al trapo por varias razones que me callaré. Yo no voy a echar tierra a los ojos de mis paisanos ni voy a tirar piedras a los tejados de mi pueblo. Tu ya conoces que no hay tonto que los apedree. Yo me uno a ese colectivo, no como carente de sentido común; sino previniendo males mayores.
Si cada pueblo tiene su idiosincrasia particular, allá cada cual. Casi siempre forma parte de su cultura. Ellos se lo guisan y ellos con su pan se lo coman.
Saludos.
El origen de esta controversia, si puede llamarse así, viene de cuando quien suscribe comentó la hipótesis de si Emiliano Revilla hubiese nacido en Deza qué habría sido del pueblo rayano. Nunca se podrá saber, obviamente, y habrá quien piense que lo que ha sido de Ólvega se hubiese dado en Deza y quien no, porque el señor Revilla no hubiese podido ser profeta en su tierra. Como la vida y sus avatares no puede verse sólo en blanco y negro pues se dan tantos matices como queramos, toda polémica en torno a este asunto será estéril. Yo soy de la opinión que el empuje de Revilla hubiese sido imparable en Ólvega, en Deza o en Esteras de Lubia, pongamos por caso, pero bueno, volvamos al principio: la situación geográfica de Deza, lejos de las principales vías de comunicación no ha ayudado, precisamente, al pueblo rayano.
Voy a apuntar algunas causas de la despoblación soriana que, no por conocidas, no viene mal recordar.
Deza y la provincia de Soria, mientras se pudo vivir de una economía de subsistencia, como en todo el país, como en todos los países sin desarrollar, pudo mantener una sociedad eminentemente rural que vivía -malvivía en muchos casos- del sector primario: agrícola, ganadero y forestal. Mucha mano de obra para laborar las tierras o cuidar del ganado, con predominio del monocultivo y escasa o nula mecanización y modernización de las explotaciones agrícolas o ganaderas.
Con el desarrollo paulatino del país, las gentes fueron abandonando los núcleos rurales en busca de mejores servicios -en muchos pueblos todavía no había llegado el agua corriente, precario servicio eléctrico cuando existía, las carreteras eran deficientes, la escuela se limitaba a estudios primarios, los hospitales quedaban lejos...- y también de un sueldo fijo en la industria, la construcción, el comercio, etc. La falta de industria en la capital soriana empujó a la población rural a otras provincias.
Voy a apuntar algunas causas de la despoblación soriana que, no por conocidas, no viene mal recordar.
Deza y la provincia de Soria, mientras se pudo vivir de una economía de subsistencia, como en todo el país, como en todos los países sin desarrollar, pudo mantener una sociedad eminentemente rural que vivía -malvivía en muchos casos- del sector primario: agrícola, ganadero y forestal. Mucha mano de obra para laborar las tierras o cuidar del ganado, con predominio del monocultivo y escasa o nula mecanización y modernización de las explotaciones agrícolas o ganaderas.
Con el desarrollo paulatino del país, las gentes fueron abandonando los núcleos rurales en busca de mejores servicios -en muchos pueblos todavía no había llegado el agua corriente, precario servicio eléctrico cuando existía, las carreteras eran deficientes, la escuela se limitaba a estudios primarios, los hospitales quedaban lejos...- y también de un sueldo fijo en la industria, la construcción, el comercio, etc. La falta de industria en la capital soriana empujó a la población rural a otras provincias.
Otras causas que añadir, a las anteriormente apuntadas, fue el cierre de las escuelas en muchos pueblos y la concentración de los niños en otros mayores. Además, nuestra tierra siempre le ha dado importancia a los estudios -mantequilla, madera y maestros dice el tópico de las tres "emes"- y los padres querían que sus hijos llegasen más lejos que lo que pudieron ellos. No todo el mundo podía permitirse el lujo de poder pagar estudios en la capital o ampliarlos en Zaragoza, capital de nuestro distrito universitario, y abandonaban el pueblo. En otros casos, los propios hijos, después de cursar estudios tuvieron que poner su saber a disposición de otros lugares del país ante la falta de perspectivas de trabajo en la tierra.
La falta de mujeres hizo otro tanto. No todos los mozos se resignaban a la soltería, ni todas las mozas iban a permanecer en el pueblo lejos de las oportunidades de trabajo y diversión que ofrecían las ciudades.
A todo lo anterior habría que añadir la labor de proselitismo de los primeros que marcharon: primero se llevaban a un hermano, luego a un primo, por último a los padres ya de cierta edad. Su apariencia externa y lo que contaban de la ciudad -no siempre exacto- también contribuyó a animar a los reticentes.
Pero nunca habrá que perder de vista la dureza de las condiciones de vida de los pueblos que, aún con recursos, hizo que muchos vecinos prefiriesen marchar en busca de una vida que creyeron mejor.
Isabel Goig Soler, a quien he mencionado bastantes veces en este foro, ha publicado, entre otros muchos trabajos, el libro "El lado humano de la despoblación" que vio la luz en el año 2002 y supongo agotado. Es un trabajo más que interesante que recomiendo a los sorianos que quieran saber más de nuestras cosas.
Un saludo.
La falta de mujeres hizo otro tanto. No todos los mozos se resignaban a la soltería, ni todas las mozas iban a permanecer en el pueblo lejos de las oportunidades de trabajo y diversión que ofrecían las ciudades.
A todo lo anterior habría que añadir la labor de proselitismo de los primeros que marcharon: primero se llevaban a un hermano, luego a un primo, por último a los padres ya de cierta edad. Su apariencia externa y lo que contaban de la ciudad -no siempre exacto- también contribuyó a animar a los reticentes.
Pero nunca habrá que perder de vista la dureza de las condiciones de vida de los pueblos que, aún con recursos, hizo que muchos vecinos prefiriesen marchar en busca de una vida que creyeron mejor.
Isabel Goig Soler, a quien he mencionado bastantes veces en este foro, ha publicado, entre otros muchos trabajos, el libro "El lado humano de la despoblación" que vio la luz en el año 2002 y supongo agotado. Es un trabajo más que interesante que recomiendo a los sorianos que quieran saber más de nuestras cosas.
Un saludo.