¿tienes un bar?

DEZA: Muy interesante trabajo sobre las costumbres de los...

Anoche, huyendo del bodrio de la caja tonta donde solamente ponían intrascendentes reality shows, acalorados debates arguyendo verdades a medias, el nepotismo, y la sinvergüencería política de unos mientras otros defendían lo indefendible, decidí dar un paseo.
Me dirigí a la afueras de la ciudad; a lo lejos los relámpagos iluminaban el cielo. Hacía calor en el parque y me senté a descansar en un banco. Entonces me puse a observar a los murciélagos y trasladé la imaginación a mi adolescencia, allá en mi pueblo.
Recordé como en la esquina de la tienda del tío Maximiliano, donde nos juntábamos los amigos a charlar las noches de verano, a veces intentábamos la difícil aventura de capturar alguno. Para ello, lanzábamos al aire en vertical las boinas de los más mozos y, si había suerte, cazábamos alguno de esos mamíferos de cuerpo de ratón y alas con membranas como las de los demonios que veíamos en las pinturas de la iglesia. Después les poníamos en la boca un cigarrillo de “celtas”. Comprendo la crueldad a que eran sometidos mientras quizás, en lo más profundo de alguna bodega, sus hijos estarían esperándolos. La verdad es que era poco edificante aquella diversión y que no volvería a hacerlo.
Como los recuerdos se agolpan, caí en la cuenta de otras atrocidades como la de cazar loncetes en el remanso del azud, junto al Molino de la Vega. Para ello, atravesábamos un fino hilo de cobre o un bramante a ras del agua, sujetándolo con estacas a las dos orillas y así, cuando los pobres pájaros planeaban para beber, tropezaban y caían al río.
Si aprendíamos un nido de mochuelo, también procurábamos capturar alguno. Eran unos animalillos muy graciosos, con ojos redondos y un cuello que giraba casi ciento ochenta grados. Después los tratábamos de alimentar con moscas o con pan remojado, pero era una misión imposible.
En fin, que como no conocíamos la playstation ni teníamos otros juguetes que las azadas, procurábamos divertirnos de este modo un tanto salvaje.
La Liga Internacional de los derechos del animal, aprobada en 1978 por la Unesco y la Onu, después del preámbulo, aprobó una serie de artículos, tres de los cuales paso a transcribir:
Artículo 2
Todo animal tiene derecho al respeto. El humano, en tanto que especie animal, no puede atribuirse el derecho de exterminar a otros animales o de explotarlos violando este derecho. Tiene la obligación de poner sus conocimientos al servicio de los animales. Todos los animales tienen derecho a la atención, a los cuidados y a la protección del humano.
Artículo 3
Ningún animal será sometido a malos tratos ni actos de crueldad. Si es necesaria la muerte de un animal, ésta debe ser instantánea, indolora y no generadora de angustia.
Artículo 4
Todo animal perteneciente a una especie salvaje tiene derecho a vivir libremente en su propio ambiente natural, terrestre, aéreo o acuático, y a reproducirse. Toda privación de libertad, incluso aquella que tenga fines educativos, es contraria a este derecho.
Un saludo

Muy interesante trabajo sobre las costumbres de los niños de hace varias décadas. Inocentes comparadas con el uso que de los animales hacen muchos adultos.
Por cierto, ¿qué dirán las señoras que llevan abrigos de pieles?