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DEZA: LA ENCINA. USOS Y TRADICIONES (V)...

LA ENCINA. USOS Y TRADICIONES (V)
Hundiendo sus raíces asimismo en antiguas creencias y mitos se encuentra la medicina popular, que se sirvió de la encina desde tiempo inmemorial para sanar algunas enfermedades. Sus propiedades medicinales se las confiere el ácido cuercitánico, que convierte los preparados con ella elaborados (corteza, raíces, flores, bellotas) en excelentes astringentes de múltiples aplicaciones: heridas, llagas, diarreas, sabañones, catarros... Con las agallas de este árbol se preparaba además, una pomada en la que eran el principal ingrediente, llamada "pomada de la condesa" de finalidad muy poco loable.
Importante es también la huella que la encina ha dejado en la toponimia peninsular, nombre tales como Encinarejo, Encinares, Encinillas, Lecina, Encinacorba o Encinasola, a los que se unen Carrascal, Carrascalitos, etc..., se encuentran a todo lo largo y ancho de nuestra geografía y dieron apellido a personas procedentes de esos lugares. Estos topónimos son el callado testimonio de su abundancia en otros tiempos.
Hoy son escasos los encinares en España si los comparamos con los que hubo siglos atrás. También son poco abundantes en Aragón. Diversas causas, la acción antropógenica en su mayoría, forzaron su regresión. Nos queda sin embargo algunos ejemplares notables por su tamaño y longevidad, como la encina de Lecina, que da nombre al pueblo, o la de Rebollar, en la provincia de Huesca, la "carrasca de Miramón" en el término municipal de Sigües, en la provincia de Zaragoza y la "carrasca de Casa Inserte" en el término municipal de Mora de Rubielos, en Teruel. Cerca de Peracense, también en Teruel, existe una encina a la que las gentes del lugar atribuyen 1300 años, probablemente es la carrasca más monumental de todo Aragón.