DEZA: Jo... con los valientes "gudaris". Lo que yo digo.

Queridos amigos de Deza: Cuando vivía allí, presumía de ser de Zaragoza, ahora que vivo aquí, presumo de ser también de Deza. Los que teneis la fortuna de vivir en este pueblo entrañable y bello, o los que vais con frecuencia, podeis disfrutar de ese paraíso de manantiales por doquier. Aún era más bonito cuando la vega estaba poblada por muchos árboles frutales y amplias choperas. El otro día escribía Perfeval sobre las visitas que hacian al pueblo esos grupos de comediantes y circenses, amén de tratantes, afiladores y otros. Yo recuerdo un invierno que llegó una compañía de teatro que se llamaba Lemos-Vela. Cayó una nevada de impresión y se vieron obligados a permanecer bastante tiempo. Cada día hacían una obra nueva, con bastante dignidad. No sé cómo solucionarian el asunto de vestuario, me imagino que repitiendo en muchas funciones. ¡Qué tiempos aquellos! Os deseo a todos un verano fresco en nuestra querida villa.

Hola, José Luis. Un cordial saludo. Me has refrescado la memoria y haces mención a aquellos afiladores gallegos que alegraban el pueblo con su flauta de sonidos rápidos, graves y agudos, repetidos una y otra vez en las calles, así como sus gritos de “tijeras, navajas, cuchillos”. Venían empujando sus ruedas de pueblo en pueblo desde Galicia soportando el frío, el barro y el calor y, cuando eran solicitados por algún vecino, colocaban la correa, ponían el objeto en la piedra cilíndrica, movían la rueda con un pedal, empujándolo con fuerza y llenándolo todo de chispas. Creo que es una vieja costumbre en muchas partes que, al escuchar su armónica, la gente repita esta misma frase que ya se decía entonces: “Ha llegado el afilador, mañana tendremos aire”.
En cuanto a la compañía de teatro de los Lemos-Vela, también los recuerdo, así como que se quedaron en el pueblo mucho tiempo, pero ignoraba el motivo que tú aclaras. Incluso recuerdo alguno de los más jóvenes. El moderno tinglado de la antigua farsa. Sí que eran una novedad que rompía la monotonía en el pueblo. Representaban dramas como Ama Rosa o La herida luminosa. En el descanso dos mocitas vendían papeletas para la rifa de una botella de coñac de Veterano Osborne, y terminaban con un sainete, casi siempre de los Hermanos Quintero.
Un saludo

La historia de los afiladores gallegos me trae a la memoria un chiste que viene a cuento (a ver si se anima un poco el foro que anda hoy un tanto decaído). No creo que lo haya enviado antes. Ah, sin ánimo de ofender, eh.

Resulta que por aquellas carreteras de antaño andaba una pareja de guardias civiles -como iban entonces- y ven venir a lo lejos a un afilador, al que paran con el ánimo de tomarle el pelo.
-Buenos días, buen hombre.
-Buenos días nos de Dios.
-Oiga, ¿es cierto que se pasan a veces varios años sin volver por su Galicia?
-Pues si señores.
- ¿Y no es también cierto que cuando vuelven se encuentran con algún hijo más de los que tenían al salir?
-Bueno, pues sí, a veces ocurre.
- ¿Y qué hacen con estos hijos?
- Pues los metemos a guardias civiles.

Coño con el gallego.

Tu chiste, García, me recuerda esta historia que me contó un jesuita hace muchos años:
Un afilador, gallego naturalmente, empujaba su rueda cubierto de sudor subiendo un puerto de las provincias vascongadas o del el Pais Vasco, como queráis. Arriba, tres mocetones, sentados a la sombra de un árbol observaban la escena.
-Mira, Pachi, un afilador. Y va cansado. Vamos a tomarle un poco el pelo.
Cuando el afilador corona el monte, se sienta para a descansar poniéndose a la sombra de otro árbol cercano.
El tal Pachi, se acerca a él y le dice:
-Hola, buen hombre, esta cansado ¿eh?.
-Si, ha sido muy pesado subir la cuesta.
-Pues estos amigos y yo queremos que nos baile una muñeira.
-Pero hombre, si no puedo tenerme de pies, como voy a bailar.
-Si no baila- dice el mocetón-, le vamos a dar unas ostias.
Ante la amenaza, el afilador que ve el peligro, pregunta.
- ¿Quiere que baile con castañuelas o sin castañuelas?.
-Pues oye, mejor con castañuelas.
El gallego abre el cajoncito de las herramientas y saca un pistolón, les apunta y dice:
-Ahora, quienes vais a bailar vais a ser vosotros.
Y así sucedió, los fanfarrones hubieron de bailar hasta que el gallego descansó y marchó de nuevo con su industria.
Saludos.

Jo... con los valientes "gudaris". Lo que yo digo.