Podrá faltarnos el pan
y podrá secarse el Duero,
pero arde Soria primero
si no hay fiestas de San Juan.
SANJUANES DE 1953
Pan no es que hubiese mucho en aquel tiempo, con las cartillas de racionamiento poco tiempo antes suprimidas; y por poco que hubiese llovido, algo que ignoro, el Duero no se secó, seguro. Y fiestas si hubo, aunque terminaran como el rosario de la aurora. Soria no llegó a arder, pero la traca final de fiestas no fue pirotécnica, precisamente.
Resulta que en el año de marras Soria estaba bajo el mando del gobernador Luis López Pando que, supuestamente desconocedor de los usos y costumbres, no aplicó ese sensato refrán que dice que sabe más el loco en su casa que el cuerdo en la ajena. Los "locos", lógicamente, los vecinos de Soria, y el "cuerdo" el dirigente provincial.
El caso es que, asesorado por algunos miembros del clero soriano y algún que otro representante de las fuerzas vivas, al poncio le dio por ejercer de inquisidor y quiso convertir las Fiestas de San Juan en un sucedáneo más acorde con los tiempos. Contraviniendo lo que era tradicional desde tiempo inmemorial, los usos y costumbres, no se le ocurrió mejor pasatiempo que prohibir los bailes públicos después de las once de la noche y que tampoco se cantara a partir de esa hora; ordenó que se cerraran los bares a las doce de la noche, que las mujeres y los hombres fueran en vehículos distintos a Valonsadero en La Compra y la Saca. Y ya, puesto a prohibir, que no se cantara en la subida de las Bailas (último día de fiestas). Y claro, se armó el cirio. Pues cirios y velas encendidos, en plan recochineo, usaron los vecinos que en silencio subieron en procesión desde el río hasta la Dehesa. A la altura del Gobierno Civil -lugar de trabajo y residencia del poncio-, muy próximo a la puerta de nuestro parque, la multitud se paró. Parece que se entonaron algunos cánticos religiosos alusivos al momento, supongo que con la letra apropiada. También se ha contado que los sanjuaneros, además de los cantos religiosos, le entonaron al prefecto: "Si Don Luis López Pando supiera/ la paliza que le iban a dar/ subiría al balcón y diría:/ "Moza, si a la Compra vas...", con música del Himno de Riego; "si non e vero, e ben trovato". Tanta devoción debió causarle honda impresión al poncio hasta el punto de ocasionarle algún acongojamiento que le movió a ordenar a los guardias que salieran a estirar las piernas y a desentumecer los músculos.
Y sin chupinazo ni aviso previo, se abrieron las puertas saliendo los grises a arremeter con sus porras contra la multitud, en un anticipo de los encierros sanfermineros. Y allí recibió palos hasta el apuntador, sin discrtiminación por razones de edad, sexo ni condición; todo el que no pudo escapar a tiempo: hombres y mujeres, niños y viejos.
Cuentan que algunos osados, puede que habiendo trasegado más morapio de la cuenta, se enfrentaron a los guardias, que les dieron hasta en el DNI. Salvo las consiguientes magulladuras y cardenales, y algunos puntos de sutura dados en la Casa de Socorro, parece que la sangre no llegó al río (Duero). El terreno quedó despejado.
Llama la atención que muchos testigos recuerden el detalle de los innumerables zapatos, sobre todo de tacón, que se perdieron en la refriega.
"... entre sustos y locas carreras;
entre risas (1), caídas y golpes,
en nervioso movimiento
a los gritos de aviso y alarma:
¡Que va el toro! ¡Que va suelto!" (De "El torito 'enmaromao'. Canción sanjuanera)
(1) No estaba aquella noche precisamente para risas, ni el horno para bollos, a falta de pan.
y podrá secarse el Duero,
pero arde Soria primero
si no hay fiestas de San Juan.
SANJUANES DE 1953
Pan no es que hubiese mucho en aquel tiempo, con las cartillas de racionamiento poco tiempo antes suprimidas; y por poco que hubiese llovido, algo que ignoro, el Duero no se secó, seguro. Y fiestas si hubo, aunque terminaran como el rosario de la aurora. Soria no llegó a arder, pero la traca final de fiestas no fue pirotécnica, precisamente.
Resulta que en el año de marras Soria estaba bajo el mando del gobernador Luis López Pando que, supuestamente desconocedor de los usos y costumbres, no aplicó ese sensato refrán que dice que sabe más el loco en su casa que el cuerdo en la ajena. Los "locos", lógicamente, los vecinos de Soria, y el "cuerdo" el dirigente provincial.
El caso es que, asesorado por algunos miembros del clero soriano y algún que otro representante de las fuerzas vivas, al poncio le dio por ejercer de inquisidor y quiso convertir las Fiestas de San Juan en un sucedáneo más acorde con los tiempos. Contraviniendo lo que era tradicional desde tiempo inmemorial, los usos y costumbres, no se le ocurrió mejor pasatiempo que prohibir los bailes públicos después de las once de la noche y que tampoco se cantara a partir de esa hora; ordenó que se cerraran los bares a las doce de la noche, que las mujeres y los hombres fueran en vehículos distintos a Valonsadero en La Compra y la Saca. Y ya, puesto a prohibir, que no se cantara en la subida de las Bailas (último día de fiestas). Y claro, se armó el cirio. Pues cirios y velas encendidos, en plan recochineo, usaron los vecinos que en silencio subieron en procesión desde el río hasta la Dehesa. A la altura del Gobierno Civil -lugar de trabajo y residencia del poncio-, muy próximo a la puerta de nuestro parque, la multitud se paró. Parece que se entonaron algunos cánticos religiosos alusivos al momento, supongo que con la letra apropiada. También se ha contado que los sanjuaneros, además de los cantos religiosos, le entonaron al prefecto: "Si Don Luis López Pando supiera/ la paliza que le iban a dar/ subiría al balcón y diría:/ "Moza, si a la Compra vas...", con música del Himno de Riego; "si non e vero, e ben trovato". Tanta devoción debió causarle honda impresión al poncio hasta el punto de ocasionarle algún acongojamiento que le movió a ordenar a los guardias que salieran a estirar las piernas y a desentumecer los músculos.
Y sin chupinazo ni aviso previo, se abrieron las puertas saliendo los grises a arremeter con sus porras contra la multitud, en un anticipo de los encierros sanfermineros. Y allí recibió palos hasta el apuntador, sin discrtiminación por razones de edad, sexo ni condición; todo el que no pudo escapar a tiempo: hombres y mujeres, niños y viejos.
Cuentan que algunos osados, puede que habiendo trasegado más morapio de la cuenta, se enfrentaron a los guardias, que les dieron hasta en el DNI. Salvo las consiguientes magulladuras y cardenales, y algunos puntos de sutura dados en la Casa de Socorro, parece que la sangre no llegó al río (Duero). El terreno quedó despejado.
Llama la atención que muchos testigos recuerden el detalle de los innumerables zapatos, sobre todo de tacón, que se perdieron en la refriega.
"... entre sustos y locas carreras;
entre risas (1), caídas y golpes,
en nervioso movimiento
a los gritos de aviso y alarma:
¡Que va el toro! ¡Que va suelto!" (De "El torito 'enmaromao'. Canción sanjuanera)
(1) No estaba aquella noche precisamente para risas, ni el horno para bollos, a falta de pan.
El porqué del nombre de las cosas, en general, o de algunos sitios, en particular.
PLAYA PITA
Habíamos dejado los sucesos del último día de fiestas de 1953, Lunes de Bailas, y su secuela de golpes, brechas, magulladuras y zapatos perdidos. Testigo cercano e involuntario de los hechos fue el Director del Instituto Nacional de Previsión Ramón Pita Las-Santas, recién llegado a Soria, y desde cuya vivienda del INP, en la entrada del Espolón, contempló los detalles de la batalla campal. Según recoge su hijo, el periodista fallecido Luis Pita, en su muy ameno "El sauce llorón", libro que recomiendo a cuantos vivieron en los 50 y 60 del pasado siglo en la capital soriana, aquel acontecimiento marcó profundamente a su padre que, "desde entonces, abjuró de las fiestas de San Juan asegurando que eran de salvajes..."
Según explica el hijo, cada vez que llegaban los sanjuanes, el padre cogía las tiendas de campaña y se iba de camping con los hijos. Aquella -el campismo- era una práctica bastante inusual por entonces, y más en Soria. Y como quiera que la familia Pita se pasaba todo el verano de acampada junto a las aguas del pantano de La Muedra, también conocido como La Cuerda del Pozo, las gentes de Soria comenzaron a llamar a aquellos parajes la Playa de los Pita. Y como Playa Pita se ha quedado. Seguro que más de un dezano, a pesar de disponer de buenos caudales de agua y unas magníficas piscinas, algún día de verano habrá cogido el coche y se habrá dado un chapuzón en Playa Pita o alrededores, contemplando los bellos pinares del entorno. Pero es más que probable que, como otros sorianos, desconociera el origen de este nombre. Luis Pita lo recoge así en su libro: "Muchos sorianos de ahora desconocen la razón de que la zona sea denominada así. Por ello, mis hermanos y yo, en el mes de mayo de 1996 colocamos una placa en la zona, con la intención de que perdure la memoria de su descubridor. "A Ramón Pita-Las-Santas y a quienes como él amaron y respetaron este paraje."
Y todo a consecuencia del follón que años antes había organizado aquel poncio que quería cambiar el sentido de unas fiestas que se pierden en la noche de los tiempos.
Cosas veredes...
PLAYA PITA
Habíamos dejado los sucesos del último día de fiestas de 1953, Lunes de Bailas, y su secuela de golpes, brechas, magulladuras y zapatos perdidos. Testigo cercano e involuntario de los hechos fue el Director del Instituto Nacional de Previsión Ramón Pita Las-Santas, recién llegado a Soria, y desde cuya vivienda del INP, en la entrada del Espolón, contempló los detalles de la batalla campal. Según recoge su hijo, el periodista fallecido Luis Pita, en su muy ameno "El sauce llorón", libro que recomiendo a cuantos vivieron en los 50 y 60 del pasado siglo en la capital soriana, aquel acontecimiento marcó profundamente a su padre que, "desde entonces, abjuró de las fiestas de San Juan asegurando que eran de salvajes..."
Según explica el hijo, cada vez que llegaban los sanjuanes, el padre cogía las tiendas de campaña y se iba de camping con los hijos. Aquella -el campismo- era una práctica bastante inusual por entonces, y más en Soria. Y como quiera que la familia Pita se pasaba todo el verano de acampada junto a las aguas del pantano de La Muedra, también conocido como La Cuerda del Pozo, las gentes de Soria comenzaron a llamar a aquellos parajes la Playa de los Pita. Y como Playa Pita se ha quedado. Seguro que más de un dezano, a pesar de disponer de buenos caudales de agua y unas magníficas piscinas, algún día de verano habrá cogido el coche y se habrá dado un chapuzón en Playa Pita o alrededores, contemplando los bellos pinares del entorno. Pero es más que probable que, como otros sorianos, desconociera el origen de este nombre. Luis Pita lo recoge así en su libro: "Muchos sorianos de ahora desconocen la razón de que la zona sea denominada así. Por ello, mis hermanos y yo, en el mes de mayo de 1996 colocamos una placa en la zona, con la intención de que perdure la memoria de su descubridor. "A Ramón Pita-Las-Santas y a quienes como él amaron y respetaron este paraje."
Y todo a consecuencia del follón que años antes había organizado aquel poncio que quería cambiar el sentido de unas fiestas que se pierden en la noche de los tiempos.
Cosas veredes...
LO DEL GOBERNADOR LUIS LÓPEZ PANDO no era nuevo, ya hubo antecedentes muchos años -siglos- antes:
A lo largo de la historia de los Sanjuanes, se ha intentado suprimir los bailes y la música.
En diferentes momentos del siglo XVI se prohibieron tanto la música como los bailes públicos. Más concretamente en las Ordenanzas de 1536. En el año 1546, el Corregidor Juan Salazar prohibió la música y el baile a partir de las 9 de la noche.
... pero arde Soria primero, si no hay fiestas de san Juan.
Felices Fiestas a cuantos tengáis la suerte de disfrutarlas. Y a los jurados... salud para cumplir.
A lo largo de la historia de los Sanjuanes, se ha intentado suprimir los bailes y la música.
En diferentes momentos del siglo XVI se prohibieron tanto la música como los bailes públicos. Más concretamente en las Ordenanzas de 1536. En el año 1546, el Corregidor Juan Salazar prohibió la música y el baile a partir de las 9 de la noche.
... pero arde Soria primero, si no hay fiestas de san Juan.
Felices Fiestas a cuantos tengáis la suerte de disfrutarlas. Y a los jurados... salud para cumplir.