Si amigo. Esta serpiente es dezana. Tan dezana como tu y yo. No sé por que no tiene que estar entre nosotros en el foro. Total nadie le hizo daño ni la pisoteó como se hubiera hecho en otros tiempos. Se le dejó ir a su destino que ningún hombre puede predecir y en paz. Si te molestan las culebras, piensa que ellas son unos animalitos sin peligro pues no pican y la mordedura es muy débil. Otra cosa es la víbora; pero esta es muy rara de encontrar y no te toparás con ella facilmente. Lo que tienes que hacer es ponerte botas si sales al campo, por si acaso. Tratrá de morderte si la pisas sin darte cuenta.
Las culebras, las serpientes o las bichas, como se las llama en algunos lugares de Andalucía, o incluso sierpes -en Sevilla hay una calle famosa de dicho nombre- son reptiles que suelen producir repugnancia, rechazo o miedo, a veces cerval, la mayor de las veces infundado.
Para quien suscribe no son santas de su devoción. A eso habría que añadir, o mejor, a causa de ello, más de un susto que me llevé de chaval cuando, en los paseos con mi padre por las lindes de la carretera de Calatayud-Pamplona (la que va del cruce de San Saturio hacia Cadosa o la antigua Venta de Valcorva, y que los dezanos cruzan para ir a la patria chica desde la capital) o por las estribaciones de la Sierra de Santa Ana, me topé con más de una víbora que, de haber tenido la mala fortuna de pisarla, me hubiese clavado sus colmillos por puro instinto de conservación.
Recuerdo el primer encuentro, con una enroscada en una piedra y adormecida en un día de otoño. Antes de que mi padre reaaccionase, y pasado el susto inicial, le di en la cabeza con una piedra. La llevamos hasta casa y, metiéndola en un bote, al día siguiente, lunes, me presenté en clase para que nuestro profesor de Ciencias la diseccionase, tanto nos había hablado de que algún día lo haría con algún animalillo. No debían de ser ni víboras ni culebras tampoco animales de su agrado porque, con una cara entre de asco y sorpresa, me la rechazó. Y allí quedé, entre avergonzado y contrariado -yo que tenía mitificado a aquel profe- con el bicho en el bote y en la cajonera de mi pupitre a escasos centímetro del bocadillo. Ni que decir tiene, que al salir la tiramos no sin antes sufrir, es un decir, el pobre bicho el apedreamiento de la pandilla de amigos en una mezcla de odio, asco y miedo.
¿Se ven víboras en Deza? En Soria se dan por las zonas pedregosas y calizas. Razón tiene el abuelo cuando recomienda llevar un buen calzado... por si acaso.
Para quien suscribe no son santas de su devoción. A eso habría que añadir, o mejor, a causa de ello, más de un susto que me llevé de chaval cuando, en los paseos con mi padre por las lindes de la carretera de Calatayud-Pamplona (la que va del cruce de San Saturio hacia Cadosa o la antigua Venta de Valcorva, y que los dezanos cruzan para ir a la patria chica desde la capital) o por las estribaciones de la Sierra de Santa Ana, me topé con más de una víbora que, de haber tenido la mala fortuna de pisarla, me hubiese clavado sus colmillos por puro instinto de conservación.
Recuerdo el primer encuentro, con una enroscada en una piedra y adormecida en un día de otoño. Antes de que mi padre reaaccionase, y pasado el susto inicial, le di en la cabeza con una piedra. La llevamos hasta casa y, metiéndola en un bote, al día siguiente, lunes, me presenté en clase para que nuestro profesor de Ciencias la diseccionase, tanto nos había hablado de que algún día lo haría con algún animalillo. No debían de ser ni víboras ni culebras tampoco animales de su agrado porque, con una cara entre de asco y sorpresa, me la rechazó. Y allí quedé, entre avergonzado y contrariado -yo que tenía mitificado a aquel profe- con el bicho en el bote y en la cajonera de mi pupitre a escasos centímetro del bocadillo. Ni que decir tiene, que al salir la tiramos no sin antes sufrir, es un decir, el pobre bicho el apedreamiento de la pandilla de amigos en una mezcla de odio, asco y miedo.
¿Se ven víboras en Deza? En Soria se dan por las zonas pedregosas y calizas. Razón tiene el abuelo cuando recomienda llevar un buen calzado... por si acaso.
De adulto vas eliminando, aunque no siempre ni todas, ciertas aversiones que de chaval tienes a estos bichos. Ya digo que las víboras son las únicas peligrosas que tenemos en España, siempre que se les pise, porque por lo demás suelen huir. El caso es que hace unos años iba por el campo con mi padre ya anciano, pero bastante ágil, y nos encontramos al amanecer con una culebra que había caído en el fondo de una tinaja vacía y semienterrada y el animal no podía salir. Quien, como yo, es probable que la hubiese apedreado de chaval, reaccionó de otra forma más sensata cogiendo un palo e izándola para echarla fuera. Le salvé la vida y, aunque no sé si sabría agradecérmelo, supongo que maldita gracia le haría mi gesto a algún roedor, futura víctima de la sierpe. Pero así es la vida.
Pero, ¿se ven o no se ven víboras por Deza? Supongo que por terrenos pedregosos abundarán tanto como por Soria.
Pero, ¿se ven o no se ven víboras por Deza? Supongo que por terrenos pedregosos abundarán tanto como por Soria.
