El despoblado de Castril (IV)
Hubo otra creencia, hoy desterrada y olvidada, que también tenía como protagonistas a las culebras. Yo recuerdo que de niña mi abuela me decía que no dejase el agua en la palangana con los pelos de mi coleta flotando, porque estos se convertirían en culebras. Seguramente formaba parte de los cuentos y argucias utilizadas en la socialización infantil para inculcar a los más pequeños el modelo de comportamiento ideal de la comunidad y evitar posibles desviaciones de las normas establecidas, entre las que se incluía el que la mujer, fuera cual fuese su edad, sintiera tendencia hacia la limpieza incluso en tiempos en los que, después de haberse lavado cara y manos —y como mucho también el cuello y las orejas— el agua de la palangana tenía que arrojarse a la calle, a veces sin tan siguiera decir un ¡agua va!.
Entre San Esteban de Gormaz y Langa, en escasos siete kilómetros de ambas márgenes del río Duero, existieron por lo menos tres núcleos de población hoy desaparecidos: Castril, Cubillas y Oradero. Los documentos o referencias históricas alusivas a estas poblaciones —seguramente pequeñas granjas o lugares— no son abundantes, aunque podemos asegurar que todos ellos pertenecieron al monasterio de La Vid.
Hubo otra creencia, hoy desterrada y olvidada, que también tenía como protagonistas a las culebras. Yo recuerdo que de niña mi abuela me decía que no dejase el agua en la palangana con los pelos de mi coleta flotando, porque estos se convertirían en culebras. Seguramente formaba parte de los cuentos y argucias utilizadas en la socialización infantil para inculcar a los más pequeños el modelo de comportamiento ideal de la comunidad y evitar posibles desviaciones de las normas establecidas, entre las que se incluía el que la mujer, fuera cual fuese su edad, sintiera tendencia hacia la limpieza incluso en tiempos en los que, después de haberse lavado cara y manos —y como mucho también el cuello y las orejas— el agua de la palangana tenía que arrojarse a la calle, a veces sin tan siguiera decir un ¡agua va!.
Entre San Esteban de Gormaz y Langa, en escasos siete kilómetros de ambas márgenes del río Duero, existieron por lo menos tres núcleos de población hoy desaparecidos: Castril, Cubillas y Oradero. Los documentos o referencias históricas alusivas a estas poblaciones —seguramente pequeñas granjas o lugares— no son abundantes, aunque podemos asegurar que todos ellos pertenecieron al monasterio de La Vid.