Ayer tuvimos tormenta con gran aparato eléctrico y recordé una de mis participaciones que ha desaparecido del foro. La repito de nuevo para aquellos que quieran enterarse de unos desgraciados sucesos que no han vuelto a acaecer y que pertenecen a la historia contemporánea de nuestro pueblo:
Por aquí entró un rayo.. ¿o salió? En cualquier caso sus moradores, L. y C. lo pueden contar porque creo que, afortunadamente, se encontraban en Madrid o en Paracuellos de Jarama. El agujero puede verse tal y como aparece en la foto en la fachada desde la carretera de Cihuela. Me alegro por esos dos buenos amigos; se ve que les acompañó la suerte.
Me contaron, que hace muchos años, quizás en los años treinta, cuando un pastor cuidaba sus ovejas en la Mata, se produjo una tormenta que mató parte del ganado.
A finales de los años cincuenta, cuando un veintidos de Mayo P. F. estaba labrando en la Zarzuela le cayó un rayo que estuvo a punto de costarle la vida. El rayo mató su mula y la de su coyuntero R. G, y él quedó malparado durante algún tiempo por la fuerza meteórica. Gracias a Dios se recuperó y todavía disfruta de buena salud a sus casi noventa años. Las mulas fueron arrastradas arriba del Calaizo pero, caso extraño, los buitres no hicieron nada por comer su carroña.
Al año siguiente ocurrió el caso más trágico. Fue el que le ocurrió a E., q. e. p. d.. Se había casado con A. un 29 de Mayo, eran dos personas buenas y sencillas y todo hacía prometer un matrimonio feliz. El 29 de Junio, justo un mes después de la boda, cuando estaba con los peones segando en el camino de la Talayuela, tras la Dehesa, comenzó la tormenta y trató de cobijarse con las mulas en el corral cercano, pero no lo consiguió: apenas faltaban unos metros para llegar, cuando un rayo acabó con su vida y la de las mulas. Era una persona muy querida. Por ese motivo, por las circunstancias de su muerte y por su reciente matrimonio, fue muy llorado en el pueblo.
Otro rayo, dos años más tarde, fue el que cayó en una casilla de la Vega Somera cuando S. L., sus hijos y su criado estaban protegiéndose de la lluvia. La noche anterior hubo una gran tormenta con mucho aparato eléctrico que venía por Valdelasmangas y, aquella mañana al amanecer, se levantaron todos para acarrear con algadijos la avena y extender la parva en la era, cuando comenzó a llover y tronar. Llevaron las mulas a la casilla y se pusieron a almorzar tras ellas. A mitad del almuerzo cayó un rayo que entró por los adobes junto a los pesebres y salió por las orejas de la mula Montañesa y del macho que cayeron fulminados. La burra, extrañamente, salió ilesa. En la pared de adobes se veía la trayectoria del rayo semejante a una pequeña barrena; el efecto, acompañado del olor, el humo y el consiguiente resplandor del rayo, como es lógico, produjo a todos un gran susto, pero afortunada y milagrosamente no les ocurrió nada a estos queridos amigos.
El mismo S. L. fue de nuevo afectado por otro rayo cuando, dos años mas tarde, volvía a casa en compañía del criado frente a la cañada Frontón, en la carretera de La Alameda. Habían estado todo el día podando en las Lastras y se desató la tormenta. Las dos mulas iban cargadas de sarmientos y S. L. montado en la burra. Por suerte la cubierta de la jalma, que era de goma, le protegió de la descarga saliendo despedido, pero milagrosamente ileso de nuevo. La mula Castaña que había comprado en sustitución de una de las muertas en la Vega Somera, cayó también fulminada y ya no se levantó. A la mula Jardinera, que había sobrevivido al otro rayo, la dejó ciega, mostrándose desde entonces arisca y asustadiza.
Esta es la historia real de los cinco rayos que recuerdo con sus detalles y consecuencias. Honrados y excelentes personas; trabajadores del campo que sufrieron la visita del maldito meteoro.
Debido a mi ausencia del pueblo desconozco si se han vuelto a repetir, pero hace años que yo no he sabido de más rayos en Deza. ¡Ni falta que hace! Esperemos que no volvamos a oir de ellos.
Un saludo.
Por aquí entró un rayo.. ¿o salió? En cualquier caso sus moradores, L. y C. lo pueden contar porque creo que, afortunadamente, se encontraban en Madrid o en Paracuellos de Jarama. El agujero puede verse tal y como aparece en la foto en la fachada desde la carretera de Cihuela. Me alegro por esos dos buenos amigos; se ve que les acompañó la suerte.
Me contaron, que hace muchos años, quizás en los años treinta, cuando un pastor cuidaba sus ovejas en la Mata, se produjo una tormenta que mató parte del ganado.
A finales de los años cincuenta, cuando un veintidos de Mayo P. F. estaba labrando en la Zarzuela le cayó un rayo que estuvo a punto de costarle la vida. El rayo mató su mula y la de su coyuntero R. G, y él quedó malparado durante algún tiempo por la fuerza meteórica. Gracias a Dios se recuperó y todavía disfruta de buena salud a sus casi noventa años. Las mulas fueron arrastradas arriba del Calaizo pero, caso extraño, los buitres no hicieron nada por comer su carroña.
Al año siguiente ocurrió el caso más trágico. Fue el que le ocurrió a E., q. e. p. d.. Se había casado con A. un 29 de Mayo, eran dos personas buenas y sencillas y todo hacía prometer un matrimonio feliz. El 29 de Junio, justo un mes después de la boda, cuando estaba con los peones segando en el camino de la Talayuela, tras la Dehesa, comenzó la tormenta y trató de cobijarse con las mulas en el corral cercano, pero no lo consiguió: apenas faltaban unos metros para llegar, cuando un rayo acabó con su vida y la de las mulas. Era una persona muy querida. Por ese motivo, por las circunstancias de su muerte y por su reciente matrimonio, fue muy llorado en el pueblo.
Otro rayo, dos años más tarde, fue el que cayó en una casilla de la Vega Somera cuando S. L., sus hijos y su criado estaban protegiéndose de la lluvia. La noche anterior hubo una gran tormenta con mucho aparato eléctrico que venía por Valdelasmangas y, aquella mañana al amanecer, se levantaron todos para acarrear con algadijos la avena y extender la parva en la era, cuando comenzó a llover y tronar. Llevaron las mulas a la casilla y se pusieron a almorzar tras ellas. A mitad del almuerzo cayó un rayo que entró por los adobes junto a los pesebres y salió por las orejas de la mula Montañesa y del macho que cayeron fulminados. La burra, extrañamente, salió ilesa. En la pared de adobes se veía la trayectoria del rayo semejante a una pequeña barrena; el efecto, acompañado del olor, el humo y el consiguiente resplandor del rayo, como es lógico, produjo a todos un gran susto, pero afortunada y milagrosamente no les ocurrió nada a estos queridos amigos.
El mismo S. L. fue de nuevo afectado por otro rayo cuando, dos años mas tarde, volvía a casa en compañía del criado frente a la cañada Frontón, en la carretera de La Alameda. Habían estado todo el día podando en las Lastras y se desató la tormenta. Las dos mulas iban cargadas de sarmientos y S. L. montado en la burra. Por suerte la cubierta de la jalma, que era de goma, le protegió de la descarga saliendo despedido, pero milagrosamente ileso de nuevo. La mula Castaña que había comprado en sustitución de una de las muertas en la Vega Somera, cayó también fulminada y ya no se levantó. A la mula Jardinera, que había sobrevivido al otro rayo, la dejó ciega, mostrándose desde entonces arisca y asustadiza.
Esta es la historia real de los cinco rayos que recuerdo con sus detalles y consecuencias. Honrados y excelentes personas; trabajadores del campo que sufrieron la visita del maldito meteoro.
Debido a mi ausencia del pueblo desconozco si se han vuelto a repetir, pero hace años que yo no he sabido de más rayos en Deza. ¡Ni falta que hace! Esperemos que no volvamos a oir de ellos.
Un saludo.
Otra historia de rayos.
Hace ya bastantes años que un grupo de amigos decidieron ir a cazar y preparar una merienda, con lo adquirido de esa forma, en la Venta de Tanas que aunque está en término de Bijuesca, sus habitantes siempre han sido de Deza. El caso es que a la hora de meter mano a la pitanza que habían preparado las manos expertas de nuestro amigo F. G., se presentó una tormenta y decidieron comer en el portal de la casa. Cuando estaban en plenas funciones de dar fin al ágape de sus sudores y desvelos, un rayo, les estropeó la faena de un modo brutal pues los tiró a todos por el suelo y medio atontados salieron de la casa y abandonaron el lugar precipitadamente, por suerte sin bajas personales, aparte del gran espanto que les produjo aquel hecho.
Un abrazo.
Hace ya bastantes años que un grupo de amigos decidieron ir a cazar y preparar una merienda, con lo adquirido de esa forma, en la Venta de Tanas que aunque está en término de Bijuesca, sus habitantes siempre han sido de Deza. El caso es que a la hora de meter mano a la pitanza que habían preparado las manos expertas de nuestro amigo F. G., se presentó una tormenta y decidieron comer en el portal de la casa. Cuando estaban en plenas funciones de dar fin al ágape de sus sudores y desvelos, un rayo, les estropeó la faena de un modo brutal pues los tiró a todos por el suelo y medio atontados salieron de la casa y abandonaron el lugar precipitadamente, por suerte sin bajas personales, aparte del gran espanto que les produjo aquel hecho.
Un abrazo.