DEZA: Tradicionalmente la recolección del grano de los cereales...

Tradicionalmente la recolección del grano de los cereales se realizaba manualmente por grupos de segadores que se trasladaban de unas regiones a otras con utensilios muy rudimentarios. Estas labores manuales consistían en el segado del cereal con ayuda de hoces, agavillado o amontonado de la paja en pequeños bloques, y el atado y transporte en carretas hasta la era. Una vez allí, se realizaba la trilla, para separar el grano de la paja, con ayuda de los tradicionales ruellos o molas de piedra tirados por una caballería.
Con el tiempo cada una de estas operaciones se ha ido mecanizando. Las primeras máquinas que aparecieron fueron las guadañadoras en 1834, más tarde aparecieron las primeras segadoras-agavilladoras, que segaban y dejaban la mies en montones, sin atar, sobre el suelo. Luego, aparecieron las aventadoras, las segadoras-atadoras y las trilladoras estáticas. Pero no es hasta 1890 cuando aparecen las primeras cosechadoras. Estas máquinas complejas realizan las labores de siega, trilla, separación y limpieza del grano por sí solas. Al principio se trataban de máquinas accionadas con motores de vapor o arrastradas por animales de tiro. En 1938 aparece en los Estados Unidos la primera cosechadora integral autopropulsada con motores de gasolina.
A nuestro pueblo Deza llegaban en tiempo de la siega cuadrillas del Levante de España: Mucha gente de Murcia y Valencia, principalmente. Se reunían en la plaza del pueblo y allí iba a buscarlos y contratarlos. Servía la palabra dada y no había contratos escritos. Aquella noche ya dormían en tu pajar pues generalmente no tenían otro sitio donde dormir. A la mañana siguiente, a la hora convenida salían camino de la pieza y a veces había que caminar a pie, una y hasta dos horas. Se les había dado unas madalenas y una copilla de anís y a veces, ellos mismos te pedían una cebolla para comerla en ayunas. Debían estar acostumbrados a ella. La cebolla por la mañana es oro...
Sobre las 9 y 1/2, algún chavalillo de casa llevaba el almuerzo a la finca y se reponían fuerzas. En mi casa comían a cuerpo de rey y decían ellos mismos que valía más el almuerzo de mi madre que la comida de otras amas, de todo el día. Al final, en nuestra casa quedaban las ollas y las huchas vacías y la mies todavía estaba en las fincas. Aún quedaban para nosotros muchos trabajos y casi todo el verano por delante: El acarreo, la trilla, el aventado, subir el grano y meter la paja al pajar y otros muchas faenas, de fatigas y sudores. Todo ello se podía haber evitado con la cosechadora. Ya veis que cosas. Seguiremos...
Un abrazo