Estaba yo pensando en cortarme el pelo al cero y mi mujer siempre que se lo proponía, se enfadaba diciendo que aún estaría más viejo con el pelo de esa manera. Pues resulta que como hace tanto calor, cogí y sin decirle nada me lo corté y me presente a ella con la acción ya perpetrada. El caso es cuando llegué a casa estaba ella con una nuera y la nuera me encontró mucho más joven con lo cual la mujer se reprimió de echarme la bronca y ahora me da la razón y dice...: ¡No está mal del todo...! Eso quiere decir que está muy bien mi cabeza al cero; pero que como no fue con su beneplácito pues... eso.
Un abrazo.
Un abrazo.
Cosas que pasan de críos.
Mi padre, un invierno hace ya muchos años, a instancias de la madre, cada día cuando llegaba a casa me echaba la bronca porque no había realizado la orden de cortarme el pelo. Después de no sé cuantas veces de decírmelo, una noche se enfadó y me dijo: ¡Esta noche cuando yo llegue a casa te quiero ver con el pelo al cerooooo!
Aquella vez tomé la amenaza al pié de la letra y me dejaron la cabeza como un melón, rapada al cero. Cuando vino mi padre, yo creía que iba a estar contento porque por una vez le había hecho caso. Me miró extrañado con cara de asombro y me dijo estas mismas palabras que nunca he olvidado: Pero... ¡Que has hecho tonto los cojones! Me dejó helado; más que los diez o doce bajo cero que harían a esas horas del mes de enero, en la calle aquel día y aquella hora.
Un abrazo.
Mi padre, un invierno hace ya muchos años, a instancias de la madre, cada día cuando llegaba a casa me echaba la bronca porque no había realizado la orden de cortarme el pelo. Después de no sé cuantas veces de decírmelo, una noche se enfadó y me dijo: ¡Esta noche cuando yo llegue a casa te quiero ver con el pelo al cerooooo!
Aquella vez tomé la amenaza al pié de la letra y me dejaron la cabeza como un melón, rapada al cero. Cuando vino mi padre, yo creía que iba a estar contento porque por una vez le había hecho caso. Me miró extrañado con cara de asombro y me dijo estas mismas palabras que nunca he olvidado: Pero... ¡Que has hecho tonto los cojones! Me dejó helado; más que los diez o doce bajo cero que harían a esas horas del mes de enero, en la calle aquel día y aquella hora.
Un abrazo.