DEZA: Mil quinientos veintiuno,...

A más cuatro desgraciados les han cortado la cabeza en un sencillo escenario como el que vemos en la foto: Un hacha y un tajón. Cuando yo iba a la escuela, teníamos un libro en donde se veía a los Comuneros Padilla, Bravo y Maldonado subidos en un estrado o cadalso en que se mostraba a uno de ellos de rodillas, con las manos atadas atrás y recién decapitado. La cabeza la mostraba el verdugo cogiéndola por los pelos con su mano izquierda y levantándola en lo alto. En su derecha llevaba el hacha todavía sangrante. Y yo me preguntaba... ¿Mirarán todavía aquellos ojos separados del cuerpo, a todos los espectadores? Y me extasiaba mirando el coraje de aquellos héroes. Me figuro el adaptador de mi portátil que una vez desenchufado sigue con la luz encendida durante un minuto a lo menos...

Un abrazo.

Mientras el abuelo quiera, no faltarán temas en este foro.
Reproduzco un fragmento del poema de Los Comuneros de Luis López Álvarez, cuyo libro conservo y he leido y releido.
¡Pobre Castilla!

Anochece ya en los campos, solo se oye el gritar de comuneros heridos que acaban de rematar.
Apunta ya el nuevo día,
tras sacarles de sus celdas,
los imperiales dos mulas
de negro luto enjaezan.
Juan de Padilla y Juan Bravo
han de cabalgar en ellas.
Los caballeros van dignos,
Bien erguidas las cabezas.
Un pregonero abre paso,
gritando a la concurrencia:
“justicia en nombre del rey
y el consejo de regencia.
Por su traición y su infamia
los caballeros perezcan”.
Juan Bravo no se retiene:
“cumplid pronto la sentencia,
pero llamarnos traidores
nadie puede en esta tierra,
mientes tú, vil pregonero,
y aquel a quien obedezcas”.
Cornejo, el alcalde, acude
y a Juan Bravo le amonesta,
mas Bravo no ha de callarse
mientras que la vida sienta:
“Nuestra culpa fue de ocuparnos
de los pueblos de esta tierra,
que solo van al cadalso
los que en la lucha perdieran”.
“la voluntad no me asiste
para daros mi cabeza,
si os la queréis procurar,
la tomareis por la fuerza,
más degolladme primero
porque la muerte no vea
del más noble caballero
que en toda Castilla queda”.
Ya se vienen a Juan Bravo
ya le arrodillan en tierra,
ya el hacha se ha levantado,
ya le corta la cabeza.
Queda un instante Padilla
Mirándole con fijeza,
Mira luego hacia las nubes
y de hinojos cae por tierra,
su cuello tiende hacia el tajo,
el hacha ya le cercena.
En dos picotas agudas
levantan las dos cabezas,
para servir de escarmiento
han de dejarlas expuestas,
al caer del mismo día,
se le añadirá una tercera.

Mil quinientos veintiuno,
y en abril para más señas,
en Villalar ajustician
quienes justicia pidieran.
¡Malditos sean aquellos
que firmaron la sentencia!
Maldiga el cielo a Cornejo,
alcalde de mala ciencia,
y a Salmerón, y a García,
y al escribano Madera,
y la maldición alcance
a toda su descendencia,
que herederos suyos son
los que ajusticiar quisieran,
al que lucho por el pueblo
y perdió tan justa guerra!