DEZA: Baño María....

Maridillo.

Al leer la palabra que nos ocupa, no podemos por menos que figurarnos un señor bajito y poca cosa, al lado de su esposa, una mujerona alta y oronda, con brazos como aspas de molino, a la que siempre responde: sí cariñito, lo que tú digas reina mía, como quieras palomita…
Pero no; no se trata de eso. Recibe tal nombre, un pequeño brasero para la mesa camilla.
Esta mesa camilla es una mesa de madera, normalmente circular, cubierta con unas faldas de tela gruesa que pueden llegar casi hasta el suelo, y que en el centro lleva un soporte de madera con un agujero circular para colocar el brasero.
Alrededor de esta mesa las mujeres se reunían para coser, bordar, hacer encaje, jugar al julepe… mientras se calentaban el “fogón”, al amorcillo del brasero.

Un abrazo.

¿Por qué se llama HOGAR a la casa?

También se llama así al sitio donde se hace la lumbre en las cocinas y chimeneas.

El término hogar procede de focaris, derivado de la palabra latina focus, ‘fuego’, al igual que hoguera y hogareño, como también formas menos evolucionadas como foco, fogata, fogón y fogonazo.

Así la palabra hogar originalmente hacía referencia al sitio donde se encendía fuego, que estaba en la cocina. Este fuego se solía usar para la cocción de alimentos. Era habitual que de este tipo de chimeneas colgase una cadena en la que se sujetaba una olla para que fuera calentada por el calor de las brasas.

También —y más importante para el tema que nos ocupa— era el hogar la fuente de calor en el invierno y el hecho era que la vida íntima de una familia se solía concentrar en la cocina, sobre todo en la etapa invernal. Las personas mayores sentadas en los bancos o escaños, unos asientos de madera junto al hogar, y las personas jóvenes en sillas y banquetas.

Posteriormente el valor semántico se amplió y el calor físico dejó lugar al calor humano, al de punto de reunión (todavía hoy mantenido en muchas cocinas de casas rurales), al sentido de vida y de casa habitada por personas afines unidas por lazos familiares.

Un abrazo.

Baño María.

¿Sabías por qué llamamos BAÑO DE MARÍA al procedimiento consistente en introducir un recipiente en agua en ebullición?

Sin duda nos encontramos ante una de las operaciones de laboratorio más antiguas de la humanidad, el baño María, que asimismo se usa hoy de forma asidua en la industria o en la cocina.

El procedimeinto se utiliza cuando se quiere calentar una materia de forma indirecta y uniforme. A tal fin se coloca esta materia en un recipiente cualquiera, que a su vez se sumerge en el seno de una masa de agua contenida en otro recipiente mayor. Al calentar este último el agua aumenta su temperatura suave y homogéneamente e, indirectamente, también lo hace la sustancia en cuestión.

Con esta expresión —que parece proceder del latín bajomedieval balneum Mariae, a donde tal vez se llegaría a través del francés bain-marie— se alude tanto al procedimiento como a los recipientes con el agua del baño y con la materia que se desea calentar.

De lo que no parece haber duda es en atribuir a cierta María, conocida desde la antigüedad con el apelativo de María la Judía, del invento de este sistema.

Lo que no parece tan claro es la identidad de este personaje, rodeado del lógico halo de misterio y de mito asociado siempre a los orígenes de la alquimia.

Muy poco es lo que se conoce de María la Judía y su origen parece perderse en el origen de los tiempos. Se especula con la idea de que era Miriam, la hermana de Moisés y del profeta Aarón. Otros la identifican con cierta María alquimista que inició a Zósimo en el siglo III. Así que tanto pudo ser un personaje real de la más antigua alquimia como podría haber sido también la firma empleada por uno o varios alquimistas hebreos, conformando así un personaje mítico.

Un abrazo.