Hoy ha sido un día lluvioso y a veces con fuertes chaparrones. En realidad llevamos unos días en los que la lluvia ha caído mansamente y en abundancia. Toda se la bebido la tierra y esto es muy importante pues nos asegura que los manantiales tengan continuidad. Posiblemente también salgan muchas setas ya que como hay tantas especies una u otra está pidiendo turno para salir.
A mi me ha sucedido un hecho que os quiero contar. Y no es precisamente buscando níscalos; sino haciendo la compra para el puchero diario. Creo que se debe al despiste que tenemos las personas que ya somos mayores y que parece que tengamos la cabeza un poco trastornada. Hemos salido a comprar mi esposa y yo, con los paraguas buenos que hacía poco que nos habían regalado los hijos. En una tienda a la que hemos entrado, tenían el correspondiente paragüero y allí dejamos los útiles de no mojarse, mientras hacíamos la compra. Al salir los hemos recogido, desplegándolos al salir a la calle y al llegar a casa, el de mi mujer no correspondía al de su propiedad: pero al revisarlo hemos comprobado que era un paraguas tan bueno o mejor que el de ella y que estaba en un estado perfecto. Menos mal, porque de perderse el nuestro, pues nos podíamos conformar con este otro.
Al volver a la tienda, un par de horas después, una señora había dejado su teléfono y pudimos deshacer el entuerto, sin ningún problema pues ella comprobó que el único paraguas bueno, en el paragüero, no era de nadie de los presentes y se lo llevó. Diría al igual que nosotros, que tampoco perdía en el cambio...
Un abrazo
A mi me ha sucedido un hecho que os quiero contar. Y no es precisamente buscando níscalos; sino haciendo la compra para el puchero diario. Creo que se debe al despiste que tenemos las personas que ya somos mayores y que parece que tengamos la cabeza un poco trastornada. Hemos salido a comprar mi esposa y yo, con los paraguas buenos que hacía poco que nos habían regalado los hijos. En una tienda a la que hemos entrado, tenían el correspondiente paragüero y allí dejamos los útiles de no mojarse, mientras hacíamos la compra. Al salir los hemos recogido, desplegándolos al salir a la calle y al llegar a casa, el de mi mujer no correspondía al de su propiedad: pero al revisarlo hemos comprobado que era un paraguas tan bueno o mejor que el de ella y que estaba en un estado perfecto. Menos mal, porque de perderse el nuestro, pues nos podíamos conformar con este otro.
Al volver a la tienda, un par de horas después, una señora había dejado su teléfono y pudimos deshacer el entuerto, sin ningún problema pues ella comprobó que el único paraguas bueno, en el paragüero, no era de nadie de los presentes y se lo llevó. Diría al igual que nosotros, que tampoco perdía en el cambio...
Un abrazo