En realidad mi maestro, el último pues tuve varios y no digo el nombre por respeto, llamaba a su varita mágica Doña Tecla. Hasta tenía su Don y todo; aunque ya se sabe: Don sin din cajones en latín. Pronuncio muy mal, pero se me entiende todo
Pues doña tecla daba conciertos muy variados. Ya sabéis que es la patrona de los que aporreamos teclas incluidos, los pianistas. Por cierto todavía no sé que se haya inventado un piano que escriba. Podría ponerse en práctica y sabríamos si el pianista ha tocado correctamente la lección. Eso para los que tenemos el oído un poco duro que se dice, porque a los entendidos le chirrían los oídos cuando hay una nota mal. Lo de los conciertos de la susodicha tecla, eran los sonidos que emitían nuestras respectivas cabezas, al ser golpeadas. Según el meollo de cada uno pues podía salir diferente nota; de unos saldría el Do, del otro el Re, del otro el Mi, del otro el SOL... y a sí sucesivamente. Una vez estudiada la cabeza, se podría elegir el orden y ya estaba el concierto.
Hasta luego.
Un abrazo.
Pues doña tecla daba conciertos muy variados. Ya sabéis que es la patrona de los que aporreamos teclas incluidos, los pianistas. Por cierto todavía no sé que se haya inventado un piano que escriba. Podría ponerse en práctica y sabríamos si el pianista ha tocado correctamente la lección. Eso para los que tenemos el oído un poco duro que se dice, porque a los entendidos le chirrían los oídos cuando hay una nota mal. Lo de los conciertos de la susodicha tecla, eran los sonidos que emitían nuestras respectivas cabezas, al ser golpeadas. Según el meollo de cada uno pues podía salir diferente nota; de unos saldría el Do, del otro el Re, del otro el Mi, del otro el SOL... y a sí sucesivamente. Una vez estudiada la cabeza, se podría elegir el orden y ya estaba el concierto.
Hasta luego.
Un abrazo.