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DEZA: Los reyes de Castilla y Aragón siempre buscaron la...

Los reyes de Castilla y Aragón siempre buscaron la amistad del abad Martín. Ellos lo favorecieron con privilegios y donaciones. Los de Aragón, buscaran la fraternidad espiritual con la comunidad de Huerta y los de Castilla, el consejo y la amistad. Martín, tenemos que pensar que estaba en medio de ellos y fue el moderador que sirvió para mantenerlos en raya, de sus sed de poder y a veces de odios y en cuyos planes siempre estaba el engrandecimiento de sus fronteras a costa del otro. La avaricia de los reyes de Castilla y Aragón siempre los hizo malos vecinos y los enzarzó en varias guerras cuyos perdedores siempre fuimos los pueblos rayanos, que llevamos la peor parte. Solamente tenemos que mirar la historia de aquellos tiempos. De tierras lejanas y de cerca, nobles y plebeyos acudirán al monasterio con sus bienes y sus personas, en vida y en la muerte y permanecer a la sombra del abad Martín.
El objetivo principal del abad Martín es la edificación espiritual y material de su comunidad, el sustento de sus monjes y la construcción de un gran monasterio, en cuya participación entrará la gente sencilla del pueblo llano, los reyes y los magnates. Alfonso VIII será, en orden, el primer donante que contribuya a la construcción del monasterio, ocupando después en lugar destacado, la propia familia del abad Martín, los Finojosa, nobles caballeros castellanos, asentados en la corte castellana, y empeñados en la reconquista. Entre ellos estará un hermano de Martín, llamado Muño Sánchez de Finojosa. Durante el abadiato de Martín se emprenden las grandes obras del monasterio de Huerta: la iglesia y los dormitorios. Se nota un crecimiento de la comunidad, en especial de los hermanos conversos, por las construcciones que tuvieron asignadas: refectorio y dormitorios y por el papel que tomaron en las decisiones de la comunidad, junto a los monjes. Los hermanos conversos, hay que aclarar que no tenían anteriormente ni voz ni voto y que estaban como simples criados o servidores de los verdaderos monjes aunque muchas veces pudieron llegar a formar parte de la comunidad, por normas muy estrictas que tenían que superar antes de acceder al monacato.