A LA CASA FORTALEZA DE LOS FINOJOSA.
Con ese porte que tienes
De nobleza e hidalguía…
Si estuvieses enrocada
¡Qué gran castillo serías!
Pero te quedas en Casa
De linaje, solariega,
Al sentar sobre rellano
Tus cimientos y tus piedras.
Con tus torres almenadas
Vigía de los arqueros
Defensores de tu porte
En esos tiempos guerreros
Que daban cobijo a un santo
Un niño más de este pueblo
Cuyo nombre fue Martín
Finojosa, por su abuelo.
Cumplidos los dieciocho años
A Cántavos lo trajeron
Para que allí lo educaran
Comenzando desde lego.
Y aunque empezara de fraile
(Quizá como limosnero)
Llegó a la cumbre, tan alto
Que sentado está en el Cielo.
Martín de los Finojosa
Un abad de muchos fueros
También Obispo en Sigüenza
Y de Reyes consejero.
Que allá, en Sotoca, en el Tajo
Extremadamente enfermo
Entregara a Dios su alma
Para vivir en lo eterno.
Vicente González Aleza.
Un abrazo Deza.
Con ese porte que tienes
De nobleza e hidalguía…
Si estuvieses enrocada
¡Qué gran castillo serías!
Pero te quedas en Casa
De linaje, solariega,
Al sentar sobre rellano
Tus cimientos y tus piedras.
Con tus torres almenadas
Vigía de los arqueros
Defensores de tu porte
En esos tiempos guerreros
Que daban cobijo a un santo
Un niño más de este pueblo
Cuyo nombre fue Martín
Finojosa, por su abuelo.
Cumplidos los dieciocho años
A Cántavos lo trajeron
Para que allí lo educaran
Comenzando desde lego.
Y aunque empezara de fraile
(Quizá como limosnero)
Llegó a la cumbre, tan alto
Que sentado está en el Cielo.
Martín de los Finojosa
Un abad de muchos fueros
También Obispo en Sigüenza
Y de Reyes consejero.
Que allá, en Sotoca, en el Tajo
Extremadamente enfermo
Entregara a Dios su alma
Para vivir en lo eterno.
Vicente González Aleza.
Un abrazo Deza.