A mi abuelo Pedro (de esto ya hace muchos años) le oí contar que una vez venía de Bijuesca a la Venta de Tanas y habiéndose descuidado un poco en su salida de retorno, se le hizo de noche por el monte de la Veguilla. El iba montado en un caballo y de pronto empezó a oír el aullido de los lobos cada vez más cerca hasta el punto de que veía brillar sus ojos a la luz de la luna llena, a la orilla del camino, en los linderos del bosque. Como ya tenía experiencia en el asunto puesto que no era la primera vez, llevaba consigo un mechero de piedra de sílex y un eslabón y de vez en cuando lo hacía chiscar. Con el resplandor del chispazo huían despavoridos pero volvían a aparecer más adelante. Así estuvo hasta llegar cerca de su residencia en donde los perros al sentirlo salieron ladrando a recibirlo...
La familia le echo su buena bronca por haber cometido esa imprudencia; el haber salido tarde de regreso.
Un abrazo.
La familia le echo su buena bronca por haber cometido esa imprudencia; el haber salido tarde de regreso.
Un abrazo.