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A propósito de la habilidad de estos felinos para regresar al lugar donde habitan, recuerdo esta graciosa historia:
Se encuentran dos amigos.
- ¿Cómo estás, que hace días que no te veo?
-Muy bien, ¿y tu?
- Bien; he estado un par de semanas fuera.
- ¿Y dónde has estado?
-Pues verás: me regalaron un gato la mar de majo, pero me arañaba las sillas, me destrozaba la moqueta, me deshilachaba las alfombras……, en resumen, que me tenía tan cabreado que decidí desprenderme de él, pero ya sabes esa peculiaridad que tienen esos animales, que siempre encuentran el camino a casa. Lo abandoné en una calle lejana a mi domicilio, pero no sé como se las arregló que volvió a mi casa antes que yo. Lo metí en un saco y lo tiré al río; pues bien, a las cuatro o cinco horas regresó. Lo metí en un paquete y lo certifiqué para Cuenca; a los quince días me lo volví a encontrar de nuevo en casa. Horrible, chico, no sabía que hacer para deshacerme del animal.
- ¿Y cómo lo hiciste?
-Pues me lo llevé al Himalaya. Si, al Everest. Lo metí en un saco y comencé la escalada. Cuando me encontraba a unos siete mil metros, comenzó a nevar y la niebla lo envolvió todo; total, que me perdí y si no es por el cabroncete del gato, no sé volver a casa.
Se encuentran dos amigos.
- ¿Cómo estás, que hace días que no te veo?
-Muy bien, ¿y tu?
- Bien; he estado un par de semanas fuera.
- ¿Y dónde has estado?
-Pues verás: me regalaron un gato la mar de majo, pero me arañaba las sillas, me destrozaba la moqueta, me deshilachaba las alfombras……, en resumen, que me tenía tan cabreado que decidí desprenderme de él, pero ya sabes esa peculiaridad que tienen esos animales, que siempre encuentran el camino a casa. Lo abandoné en una calle lejana a mi domicilio, pero no sé como se las arregló que volvió a mi casa antes que yo. Lo metí en un saco y lo tiré al río; pues bien, a las cuatro o cinco horas regresó. Lo metí en un paquete y lo certifiqué para Cuenca; a los quince días me lo volví a encontrar de nuevo en casa. Horrible, chico, no sabía que hacer para deshacerme del animal.
- ¿Y cómo lo hiciste?
-Pues me lo llevé al Himalaya. Si, al Everest. Lo metí en un saco y comencé la escalada. Cuando me encontraba a unos siete mil metros, comenzó a nevar y la niebla lo envolvió todo; total, que me perdí y si no es por el cabroncete del gato, no sé volver a casa.