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DEZA: Cuando se trata de relojes, siempre recuerdo dos: el...

Cuando se trata de relojes, siempre recuerdo dos: el de mi pueblo, Deza, que todavía resuena en mis oídos repitiendo las horas, y el de la Puerta del sol de Madrid, lugar de encuentro con los amigos o las amigas de mis años mozos.
Este reloj se encuentra en la antigua Casa de Correos, justo en el kilómetro cero de las carreteras y vías radiales que parten de Madrid. La edificación que lo alberga se realizó en tiempos de Carlos III- el mejor alcalde de Madrid-, sobre un proyecto del famoso arquitecto Ventura Rodríguez.
Se cuenta que cuando las tropas napoleónicas entraron en la ciudad de Madrid, un capitán de Dragones francés ocupó el edificio acompañado de un puñado de soldados, que lograron sobrevivir del furor popular en los primeros momentos del levantamiento madrileño. Sin embargo, al enterarse los madrileños, enfurecidos como estaban, rodearon la Casa de Correos; los militares lograron huir, pero del capitán francés nunca se supo hasta…
La leyenda dice que el mismísimo Lucifer le ayudó escondiéndole en el reloj.
A fin de encontrarlo, se convocó a los especialistas relojeros de todo el país para que revisaran la maquinaria, encontrando… ¡un ratón pequeñito!, del que dieron en decir que era, obra de la transformación a que el diablo sometió a su amigo, el capitán, para liberarle.
El famoso reloj, el más conocido, fue un añadido posterior, de 1866, cuando el edificio ya era la sede del Ministerio de la Gobernación, y se reforma la plaza (hoy Puerta del Sol) entonces, se añade una torre en la cual se instala el reloj, que José Rodríguez Losada, el más prestigioso relojero de la época, construyó en Londres, un reloj extraordinario que cuenta con un gran orificio por el que, al dar las 12, una bola desciende, y señala el comienzo de un nuevo día, y que ha donado al pueblo de Madrid.
Como anécdota sirva que el reloj, estuvo funcionando de forma puntual hasta el 31 de diciembre de 1990, pocas horas antes de recibir a 1991 se paró; El cable de una cámara de televisión se enganchó en las piezas y lo inutilizó, a contrarreloj, se consiguió que esa noche marcara el fin de año y el inicio del nuevo, pero quedó herido de muerte. En la Nochevieja de 1995 la vieja maquinaria se aceleró de tal forma que miles de españoles estuvimos a punto de atragantarnos. A partir de este momento, se decide que los herederos del constructor se encarguen de su mantenimiento. Un saludo