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DEZA: Esta es la campana que tocaba a mediodía y a ángelus,...

Esta es la campana que tocaba a mediodía y a ángelus, a muerto y a "quema", a misa con la onomatopeya del diario y el bandeo del festivo, anunciando al pueblo el acontecimiento con el lenguaje de su badajo. A mi me gustaba bandearla y conservo una cicatriz en la cabeza de una de sus "caricias". Segín data la leyenda de su bronce se fabricó siendo párroco D. Anselmo Santamera y, creo recordar, que alcalde Braulio Esteras. Compartía su lenguaje con el repique del campanillo de la derecha, de voz más aguda. En cuanto a los sacristanes, también los recuerdo con cariño. Emiliano- hijo- se marchó y murió en Valencia hace muchos años. Carismáticos personajes como sacados de los cuentos de Dickens. Buenos dezanos, buenos músicos y buena gente; aquejados de una profunda sordera, al igual que Beethoven y Smetana.
La tradición, de bis a bis escuchada a nuestros mayores, nos habla de una enorme campana: María de Deza soy/la que cien quintales peso. La actual, parece ser que también se llama María, que por lo visto es un nombre muy común en las campanas. Creo que también pone la fecha, ¿-1903?- es fácil verificarlo. Se fundió en la Taranzana, en el horno de la botijería, produciéndose un gran incendio En aquellos tiempos era muy frecuente bautizar las campanas con los nombres de los patronos de las ciudades; ejemplo: en la catedral de San Salvador- la Seo de Zaragoza-, las siete campanas del campanile-campanario separado de la iglesia-, se llaman Valera, Vicenta, Lorenza, Hermenegilda, Miguela, Gabriela y MARIA.
En cuanto a los distintos toques creo recordar los siguientes: El primer toque, y uno de los más tristes, era el de gloria o entierrillo; cuando moría algún niño- cosa frecuente entonces-. A muerto: cuando fallecía algún adulto. Hay una particularidad: consistía en toques lentos, tristes…, pero se diferenciaba de si se trataba de un hombre o una mujer por un detalle peculiar: tres campanadas casi seguidas para hombre, y dos para mujer. Una buena manera de distinguirlos. Para misa, los tres toques. Para el Corpus, se tocaba mientras daban el Viático a los enfermos. Para San Roque- tres de Mayo-, se volteaba o bandeaba cuando se comenzaba a subir a la ermita. Al bajar por el camino de San Roque y a la altura del cementerio viejo- actual parque-, el cura paraba a rezar mientras las campanas tocaban a muerto. Asimismo, subiendo por la calle Mediavilla se hacía un pequeño alto para acompañar un responso en las casas en las que recientemente había habido algún difunto. Un año al bajar, durante el bandeo, se desprendió el badajo y cayó a los pies de Ezequiel S. Afortunadamente no ocurrió ninguna desgracia como ocurrió en Illueca- milagro de San Babil-. La campana de la izquierda- la de San Juan-, que permaneció mucho tiempo inmovilizada y con una enorme raja, solamente se tañía para indicar quema u orientar a los perdidos- especialmente para los pastores las noches de nevadas-. Para bandear la grande, hacían falta al menos dos personas aunque, bien engrasados sus groznes, casi la volteaba Emiliano el joven puesto que era de constitución muy fuerte. Un año se cayó esta campana, el día del Corpus, pero se quedó colgando de uno de sus brazos a la espadaña. Dicen que los mozos idearon una canción que más o menos decía asi: "hoy, el día del Señor/se ha caído la campana/y es por eso que los mozos/guardarán fiesta mañana". Golpeó a un paisano, pero no debió ser muy grave. Además de esos toques, por la mañana se tocaba al alba y por la noche a oración; a recogerse. Decía mi padre: cuando toquen a oración, a casa eh?; coincidía precisamente cuando más a gusto estaba jugando. Pero el mejor toque era el del mediodía, hora de hacer un alto en las faenas para comer; comenzaba con un pequeño balanceo- medio bandeo- del campanillo de la derecha seguido de algunas campanadas de la grande y después varios repiques... siempre los mismos. Yo intenté tocar varias veces a mediodía pero, por lo estricto del sacristán- ni uno mas, ni uno menos-, no conseguí hacerlo bien. Un abrazo, dezanos.