Mi madre, tenía una nidada de pollitos en un cajón grande que generalmente se conseguía en el estanco. El tabaco de racionamiento venía a la Expendiduría de Deza de esta forma empaquetado para su transporte, uno a cada lado de los lomos de una mula o caballo. Lo traían desde Monteagudo.
Una vez hecha la composición de lugar, diré que los pollitos estaban allí recigiditos, generalmente al sol, con comidita y tan contentos ellos. La llueca no se metía dentro porque había poco espacio y podía darse el caso que al escrabar en la paja del fondo los estampaba contra los laterales y los mataba.
Cierta vez que mi madre no me vigilaba, cogi un paja de centeno y uno a uno los fui inchando por el ano, haaciendo globitos con ellos. Ideas, como podéis ver, del mismo demonio. Aquellos pobres se murieron casi todos, escepto dos que sobrevivieron de milagro. La pobre de mi madre, siempre decía: No sé que les habrá pasado a estos pobres bichos; pero yo nunca le confesé mi pésima acción, por miedo.
Una vez hecha la composición de lugar, diré que los pollitos estaban allí recigiditos, generalmente al sol, con comidita y tan contentos ellos. La llueca no se metía dentro porque había poco espacio y podía darse el caso que al escrabar en la paja del fondo los estampaba contra los laterales y los mataba.
Cierta vez que mi madre no me vigilaba, cogi un paja de centeno y uno a uno los fui inchando por el ano, haaciendo globitos con ellos. Ideas, como podéis ver, del mismo demonio. Aquellos pobres se murieron casi todos, escepto dos que sobrevivieron de milagro. La pobre de mi madre, siempre decía: No sé que les habrá pasado a estos pobres bichos; pero yo nunca le confesé mi pésima acción, por miedo.