He pasado una semana en Deza y he quedado impresionado por la gran animación que reinaba en sus calles, en los bares, en las casas rurales y en ese rincón entrañable y fresco que rodea el solar de la desaparecida ermita de Santa Ana. Han sido unos días para recordar; me he reencontrado con los viejos amigos y he charlado con ellos recordando nuestra niñez. De madrugada he vuelto a practicar el senderismo visitando lugares casi olvidados en los que transcurrió una importante etapa de mi vida. Una lástima que, cuando pase el verano y haya que regresar a las ciudades, vuelva a quedarse casi desierto. Pero se nota que hay vida: las calles se llenan con los gritos de los chiquillos, las tertulias al fresco vuelven a resurgir en las calles dándole vida comentando temas actuales o recuerdos lejanos. Te encuentras con personas a quienes hace muchos años que no has visto, o bien a sus hijos y nietos a quienes no conoces. Te sientas en la terraza de la plaza a tomar una cerveza, mientras un continuo desfile de paisanos pasa junto a nosotros.
Las casas rurales a tope: en la de Oscar, que creo que se llama La Risca, se oyen risas y junto a la puerta veo a varios desconocidos alojados allí que visitan por primera vez el pueblo. En Las Ollerías, también completa, la gente se amontona en la barra de la cafetería porque las mesas están completas. Digo que el pueblo está más vivo que nunca.
Por la noche acudimos a pasar un rato agradable y ocupamos una mesa junto a la olma desde donde se oye el constante murmullo del río Algadir, en un entorno privilegiado junto a la silueta del Palacio de Los Finojosa, adivinando tras ella la torre de la monumental iglesia. Recuerdo, cuando existía el abrevadero y el camino aún era de tierra, aquellos patos de mi tía Tomasa que sabían llegar en fila, parpando, hasta el lugar en que se ensancha el río.
Es un noche de Agosto y el cielo está lleno de estrellas. Alguien propone que apaguemos la vela de la mesa para ver las Perseidas o Lágrimas de San Lorenzo.
Este tranquilo entorno me hace recordar aquellos dos inspirados poemas de Fray Luis como son Vida retirada y Noche serena.
Un saludo
Las casas rurales a tope: en la de Oscar, que creo que se llama La Risca, se oyen risas y junto a la puerta veo a varios desconocidos alojados allí que visitan por primera vez el pueblo. En Las Ollerías, también completa, la gente se amontona en la barra de la cafetería porque las mesas están completas. Digo que el pueblo está más vivo que nunca.
Por la noche acudimos a pasar un rato agradable y ocupamos una mesa junto a la olma desde donde se oye el constante murmullo del río Algadir, en un entorno privilegiado junto a la silueta del Palacio de Los Finojosa, adivinando tras ella la torre de la monumental iglesia. Recuerdo, cuando existía el abrevadero y el camino aún era de tierra, aquellos patos de mi tía Tomasa que sabían llegar en fila, parpando, hasta el lugar en que se ensancha el río.
Es un noche de Agosto y el cielo está lleno de estrellas. Alguien propone que apaguemos la vela de la mesa para ver las Perseidas o Lágrimas de San Lorenzo.
Este tranquilo entorno me hace recordar aquellos dos inspirados poemas de Fray Luis como son Vida retirada y Noche serena.
Un saludo
Estimado Pefeval y amigos dezanos, la primera vez que visité Deza fue en vísperas de Navidades y algunas visitas posteriores fueron durante los meses estivales de Uds. y realmente, Deza, vuelve a rejuvenecer!.... son muy ciertas sus líneas Pefeval, soy afuerina, pero, de raices Dezanas y lo que siempre comento a mis conocidos es que el Dezano, no olvida su tierra.... vuelve con las nuevas generaciones!
Un gran abrazo para Uds.
Un gran abrazo para Uds.