DEZA: POR TIERRAS DE "LA RAYA" (IV)...

POR TIERRAS DE "LA RAYA" (IV)

Pasa una mujer joven a quien abordo y me comenta que, casualmente, el abuelo se encuentra un poco más arriba, con un mecánico que pueda facilitarle algún aparato de soldar. Compruebo que no he elegido el mejor momento para visitar el pueblo porque un contratiempo ocurrido a un utensilio doméstico tiene ocupado a Vicente que me saluda amable al aparecer y quien, a su vez, me presenta a su hija que lo acompaña. Pienso, por esto que comentaba, que las personas que viven en nuestros pueblos pequeños tienen que pagar el tributo de carecer de muchos de los más elementales servicios con las consiguientes incomodidades y molestias. En más de una ocasión han de echar en falta un fontanero o un mecánico, cuando no un técnico que les arregle la tele –con lo necesaria que se hace en estos lugares a falta de otros entretenimientos-, por no hablar de la ausencia del médico, el farmacéutico o un practicante –como todavía se dice en algunos núcleos rurales-. Es probable que sobre la escuela penda la espada de Damocles, por falta de niños, en los pocos pueblos que aún permanece abierta. Sin embargo, el último establecimiento que cierra sus puertas es el bar, por minúsculo que sea el lugar. Cuando esto ocurre, es el momento de decir: “El último que apague la luz” y entonces ya se podrá colocar el cartel de “Cerrado”.