Amigo Félix, eres la leche. Yo que me las prometía tan felices esta mañana -bueno es una frase hecha que tampoco corresponde mucho con la realidad mañanera- ordenando carpetas y desechando papeles (luego los echaré de menos, seguro) y ya me estás tirando de la lengua y, conociendo mi cárácter como conoces, pues ¡hala! a entrar al trapo. Es curiosos cómo la vida nos va haciendo no sé si evolucionar o involucionar con los años o ser más sabios o más tontos, pero lo cierto es que quizá sí más escépticos y puede que algo menos ilusos. Que la gente evolucione o cambie, desde una perspectiva coherente y honrada, es algo respetabilísimo. Por eso a Dionisio Ridruejo, desde mi particular punto de vista, lo calificaba yo ayer favorablemente. Ahora no voy a hablar de Sánchez-Dragó, a quien sabes que conozco personalmente, sino que lo va a hacer él por mí. Ni quito ni pongo rey y que cada cual saque sus consecuencias si quiere. Copio, literalmente, sus opiniones sobre la clase trabajadora, plasmadas en su libro "Libertad, fraternidad, desigualdad". Ahí van, y, como se dice, que cada palo aguante su vela:
" ¡Qué cruz! Los obreros, esos señoritos de mierda que no dan golpe y cuya jornada laboral consiste en deglutir bocadillos pringosos, tirar de litrona y tabacazo, beber cañas o tanques de vino savín en el mugriento bar de la esquina, escuchar con abnegada fruición programas de radio para señoras climatéricas, organizar tertulias y debates sobre los partidos de fútbol televisados en las últimas jornadas, pellizcar el trasero de las viandantes jamonas, sorprender a las jovencitas minifalderas con inteligentes opiniones sobre la humedad y densidad de sus bragas, destruir antigüedades, presentar facturas de zorras de lujo, contemplar atentamente el vuelo de las musarañas, obstruir tuberías, chamuscar alfombras, descuajeringar motores, provocar cortocircuitos y tararear en do mayor, de madrugada y a grito pelado el porompompero."
" ¡Qué cruz! Los obreros, esos señoritos de mierda que no dan golpe y cuya jornada laboral consiste en deglutir bocadillos pringosos, tirar de litrona y tabacazo, beber cañas o tanques de vino savín en el mugriento bar de la esquina, escuchar con abnegada fruición programas de radio para señoras climatéricas, organizar tertulias y debates sobre los partidos de fútbol televisados en las últimas jornadas, pellizcar el trasero de las viandantes jamonas, sorprender a las jovencitas minifalderas con inteligentes opiniones sobre la humedad y densidad de sus bragas, destruir antigüedades, presentar facturas de zorras de lujo, contemplar atentamente el vuelo de las musarañas, obstruir tuberías, chamuscar alfombras, descuajeringar motores, provocar cortocircuitos y tararear en do mayor, de madrugada y a grito pelado el porompompero."