NUESTRA PLAZA
He mirado y no estabas donde siempre solías,
he salido a la calle vagando pensativo.
¿Dónde estará mi amor que siempre me esperaba?
¿Hubo de marchar lejos, donde no puedo verla?
Una enorme tristeza embargaba mi alma.
Vagando pensativo he salido a la calle.
Recorriendo caminos que juntos recorrimos,
he llegado a la plaza que tanto nos conoce.
Está vacío el banco que mudo nos escucha.
No hay sol para alegrar el canto del jilguero.
El magnolio está triste, como lo están las flores,
que siempre tú alegrabas con tu risa de niña,
hermosa adolescente que el tiempo hollar no puede.
Sumido en mi tristeza, descansando en un banco,
vi a lo lejos perplejo su figura flotando.
Allí donde el mendigo acompaña sus penas,
con el vino que alegra su atormentada vida
está mi amor pendiendo de un hilo plateado.
Su silueta espigada devuelve la alegría
a aquel que de amor muere viviendo del amor.
Corrí presto el camino que entre los dos había,
la cogí de las manos y me miré en sus ojos
y sin mediar palabra las calles recorrimos,
el sol salió al encuentro de sus viejos amigos,
los pájaros cantaron sus alegres canciones.
Las flores se vistieron con sus mejores galas.
El magnolio lucía su singular belleza.
Y nuestros corazones se llenaron de gozo.
Una inmensa alegría llenaba nuestras almas.
Qué feliz el amado que halla paz en su amada.
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He mirado y no estabas donde siempre solías,
he salido a la calle vagando pensativo.
¿Dónde estará mi amor que siempre me esperaba?
¿Hubo de marchar lejos, donde no puedo verla?
Una enorme tristeza embargaba mi alma.
Vagando pensativo he salido a la calle.
Recorriendo caminos que juntos recorrimos,
he llegado a la plaza que tanto nos conoce.
Está vacío el banco que mudo nos escucha.
No hay sol para alegrar el canto del jilguero.
El magnolio está triste, como lo están las flores,
que siempre tú alegrabas con tu risa de niña,
hermosa adolescente que el tiempo hollar no puede.
Sumido en mi tristeza, descansando en un banco,
vi a lo lejos perplejo su figura flotando.
Allí donde el mendigo acompaña sus penas,
con el vino que alegra su atormentada vida
está mi amor pendiendo de un hilo plateado.
Su silueta espigada devuelve la alegría
a aquel que de amor muere viviendo del amor.
Corrí presto el camino que entre los dos había,
la cogí de las manos y me miré en sus ojos
y sin mediar palabra las calles recorrimos,
el sol salió al encuentro de sus viejos amigos,
los pájaros cantaron sus alegres canciones.
Las flores se vistieron con sus mejores galas.
El magnolio lucía su singular belleza.
Y nuestros corazones se llenaron de gozo.
Una inmensa alegría llenaba nuestras almas.
Qué feliz el amado que halla paz en su amada.
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