En alguna ocasión he coincidido con otros paisanos acerca del recuerdo de los aromas y sabores que disfrutábamos de niños en el pueblo y que, al recordarlos, nos hace volver a vivirlos. También las imágenes, después de cuarenta años dormidas, despiertan de su letargo y nos hacen reconocer un árbol autóctono y bello ya casi olvidado. Cuando en Inglaterra o en las Highland he tropezado con el serval de cazadores- sorbus aucuparia-, siempre lo asocié con el azarollo por lo parecido de sus hojas; después me enteré de que, efectivamente, uno de sus nombres es el de azarollo borde. El auténtico azarollo era un árbol muy común en nuestro pueblo, sobre todo en las viñas. En el folklore de nuestra tierra, hay una jota que dice: “Acuérdate, picarona,/de aquel dia que en la viña/ debajo del azarollo/ hicimos nuestra vendimia”. Sus frutos, las azarollas o servas, son astringentes y se utilizaban con ese fin. Ahora existen fármacos más eficaces. Este bello y longevo ejemplar está junto al camino que sube del cementerio hacia La Llana y ha sido testigo de varias generaciones. Desde hace muchos años nadie poda sus ramas, nadie lo riega y es posible que nadie recoja sus frutos. Este es el aspecto que tenía a últimos de agosto; incluso se pueden ver los racimos de azarollas. Se están protegiendo muchos ejemplares de nuestra flora pero el azarollo creo que, si Dios no lo remedia, desaparecerá inexorablemente de nuestras tierras. Un abrazo.