Otra historieta
Los hermanos Grimm (Los hermanos Grimm es el término utilizado para referirse a los escritores Jacob Grimm y a Wilhelm Grimm fueron dos hermanos alemanes célebres por sus cuentos para niños y también por su “Diccionario alemán”, por sus “Leyendas alemanas”, la “Gramática alemana”, la “Mitología alemana” y "Cuentos de Grimm", lo que les ha valido ser reconocidos como fundadores de la filología alemana), dicen que recogían cuentos de transmisión oral, en algunas zonas concretas de Alemania, al principios del siglo XIX. En una edición completa, podemos encontrar entre otros muchos, un sorprendente corto, titulado "El clavo", que habla de un mercader que regresa a su casa de hacer negocios. Por el camino le avisan de que le falta un clavo a una herradura del caballo, pero él piensa que para lo que le queda de viaje llegará sin tener que pararse a arreglarlo. Le vuelven a avisar más adelante y tampoco hace caso. Al final, el caballo cojea, se cae y se rompe una pata. El hombre tiene que abandonarlo y seguir caminando cargado con sus cosas, y va diciendo ¡De todo ha tenido la culpa un maldito clavo!
Un abrazo.
Los hermanos Grimm (Los hermanos Grimm es el término utilizado para referirse a los escritores Jacob Grimm y a Wilhelm Grimm fueron dos hermanos alemanes célebres por sus cuentos para niños y también por su “Diccionario alemán”, por sus “Leyendas alemanas”, la “Gramática alemana”, la “Mitología alemana” y "Cuentos de Grimm", lo que les ha valido ser reconocidos como fundadores de la filología alemana), dicen que recogían cuentos de transmisión oral, en algunas zonas concretas de Alemania, al principios del siglo XIX. En una edición completa, podemos encontrar entre otros muchos, un sorprendente corto, titulado "El clavo", que habla de un mercader que regresa a su casa de hacer negocios. Por el camino le avisan de que le falta un clavo a una herradura del caballo, pero él piensa que para lo que le queda de viaje llegará sin tener que pararse a arreglarlo. Le vuelven a avisar más adelante y tampoco hace caso. Al final, el caballo cojea, se cae y se rompe una pata. El hombre tiene que abandonarlo y seguir caminando cargado con sus cosas, y va diciendo ¡De todo ha tenido la culpa un maldito clavo!
Un abrazo.