Siempre y en todas las épocas se ha practicado la literatura humorística. Solo tenemos que dar un repaso a los clásicos para comprobarlo. Tirso, Calderón y Cervantes practicaron en muchas ocasiones dicha literatura; y no digamos Quevedo…En estos tiempos en que vivimos una época llena de zozobras económicas, familiares, depresivas y melancólicas, no viene mal un poco de humor como remedio, para deleite del espíritu.
En algunos cuentos de los que llamamos verdes, no hay inmoralidad ni malas intenciones, solo se cuentan con el único fin de pasar un rato agradable, plasmando y transmitiendo una historia jocosa. Lo mismo ocurre con los cuentos que atañen a la religión, a los curas, etc; no son irreverentes, sino que representan situaciones o anécdotas graciosas que lo que menos buscan es caer en la falta del respeto, sino encontrar un motivo para reir, no de lo sagrado, porque no se quiere ofender y lo sagrado está por encima de todo, solo plantean una anécdota más o menos imaginativa para pasar un buen rato, siempre, claro, que no caigamos en la desfachatez y grosería que hieran o lastimen a alguien. Incluso muchos chascarrillos han nacido en los claustros y sacristías. Además, de bastantes de estos cuentos, se suele obtener alguna moraleja edificante.
Algunas de las participaciones de este foro, afortunadamente, se basan en situaciones de humor, y eso está bien; que los ratos de dolor nos los da la vida sin buscarlos. Y es por eso que envío esta vieja historia que circuló en los primeros tiempos de Internet- espero que nadie se sienta ofendido-:
Un amigo se fue a Pamplona. Sabiendo que su novia necesitaba unas gafas y encontrando la ocasión de comprarle unas muy bonitas y baratas, entró en una óptica.
Después de ver unas cuantas, se decidió y se las compró. La dependienta se las envolvió y pagó la cuenta. Pero, al marcharse, en lugar de coger la caja con las gafas, cogió otra muy parecida que había al lado y que contenía unas braguitas que seguramente alguna clienta de las que había en la óptica se acababa de comprar. Mi amigo no se dio cuenta de la equivocación, así que desde allí se fue directamente a correos y le envió la caja a su novia junto a una carta. La novia recibió el paquete y quedó perpleja por el contenido, pero más cuando leyó la carta que decía:
Querida mía:
Espero que te guste el regalo que te envío, sobre todo por la falta que te hacen, ya que llevas mucho tiempo con las otras que tenías y esas son cosas que se deben cambiar de vez en cuando.
Espero haber acertado con el modelo. La dependienta me dijo que eran la última moda y me enseñó las suyas que eran iguales. Entonces yo, para ver si eran ligeras, me las puse allí mismo. No sabes como se rió la dependienta porque esos modelos femeninos en los hombres quedan muy graciosos y más a mí, que ya sabes que tengo unos rasgos muy varoniles.
Una muchacha que había allí me las pidió, se quitó las suyas y se las puso para que yo viera el efecto que hacían. Las vi estupendas, me decidí y las compré.
Póntelas y enséñaselas a tus padres, a tus hermanos y, en fin, todo el mundo a ver que dicen.
Al principio te sentirás muy rara, acostumbrada a ir con las viejas y más ahora que has estado un tiempo sin llevar ninguna. Si te están pequeñas me lo dices, que si no te van a dejar señal cuando te las quites para ir a la calle y todo el mundo va a notar que las tienes. Ten cuidado también de que no te estén grandes, no sea que vayas a dejártelas por ahí y las pierdas, que tienes la costumbre de llevarlas en la mano para que todos vean tus encantos.
En fin, para que te voy a decir nada más. Solo que estoy deseando vértelas puestas. Creo que es el mejor regalo que podía hacerte, cariño.
Muchos besos de tu Federico.
Un saludo
En algunos cuentos de los que llamamos verdes, no hay inmoralidad ni malas intenciones, solo se cuentan con el único fin de pasar un rato agradable, plasmando y transmitiendo una historia jocosa. Lo mismo ocurre con los cuentos que atañen a la religión, a los curas, etc; no son irreverentes, sino que representan situaciones o anécdotas graciosas que lo que menos buscan es caer en la falta del respeto, sino encontrar un motivo para reir, no de lo sagrado, porque no se quiere ofender y lo sagrado está por encima de todo, solo plantean una anécdota más o menos imaginativa para pasar un buen rato, siempre, claro, que no caigamos en la desfachatez y grosería que hieran o lastimen a alguien. Incluso muchos chascarrillos han nacido en los claustros y sacristías. Además, de bastantes de estos cuentos, se suele obtener alguna moraleja edificante.
Algunas de las participaciones de este foro, afortunadamente, se basan en situaciones de humor, y eso está bien; que los ratos de dolor nos los da la vida sin buscarlos. Y es por eso que envío esta vieja historia que circuló en los primeros tiempos de Internet- espero que nadie se sienta ofendido-:
Un amigo se fue a Pamplona. Sabiendo que su novia necesitaba unas gafas y encontrando la ocasión de comprarle unas muy bonitas y baratas, entró en una óptica.
Después de ver unas cuantas, se decidió y se las compró. La dependienta se las envolvió y pagó la cuenta. Pero, al marcharse, en lugar de coger la caja con las gafas, cogió otra muy parecida que había al lado y que contenía unas braguitas que seguramente alguna clienta de las que había en la óptica se acababa de comprar. Mi amigo no se dio cuenta de la equivocación, así que desde allí se fue directamente a correos y le envió la caja a su novia junto a una carta. La novia recibió el paquete y quedó perpleja por el contenido, pero más cuando leyó la carta que decía:
Querida mía:
Espero que te guste el regalo que te envío, sobre todo por la falta que te hacen, ya que llevas mucho tiempo con las otras que tenías y esas son cosas que se deben cambiar de vez en cuando.
Espero haber acertado con el modelo. La dependienta me dijo que eran la última moda y me enseñó las suyas que eran iguales. Entonces yo, para ver si eran ligeras, me las puse allí mismo. No sabes como se rió la dependienta porque esos modelos femeninos en los hombres quedan muy graciosos y más a mí, que ya sabes que tengo unos rasgos muy varoniles.
Una muchacha que había allí me las pidió, se quitó las suyas y se las puso para que yo viera el efecto que hacían. Las vi estupendas, me decidí y las compré.
Póntelas y enséñaselas a tus padres, a tus hermanos y, en fin, todo el mundo a ver que dicen.
Al principio te sentirás muy rara, acostumbrada a ir con las viejas y más ahora que has estado un tiempo sin llevar ninguna. Si te están pequeñas me lo dices, que si no te van a dejar señal cuando te las quites para ir a la calle y todo el mundo va a notar que las tienes. Ten cuidado también de que no te estén grandes, no sea que vayas a dejártelas por ahí y las pierdas, que tienes la costumbre de llevarlas en la mano para que todos vean tus encantos.
En fin, para que te voy a decir nada más. Solo que estoy deseando vértelas puestas. Creo que es el mejor regalo que podía hacerte, cariño.
Muchos besos de tu Federico.
Un saludo