SOBRE UN CASO REAL
EDUCAR A LOS HIJOS
Javier confesaba que había elegido a la mujer con la que se casó y con la que durante muchos años fue feliz, pero nunca eligió hijos, ellos vinieron fruto de un gran amor y crecieron, crecieron hasta hacerse mayores. Es posible que ante su casi total indiferencia. El papel de padre no lo había interpretado muy bien, porque el oficio de padre no puede ser interpretado sino sentido. Si analizamos esta ausencia de sentimientos, en una primera valoración, puede ser
que el egoísmo sentido por él fuera la causa principal de su actitud. Recordaba perfectamente todo lo que había recibido de sus padres y su comportamiento hacia ellos. Frente a la entrega de los progenitores, la tibieza suele ser la respuesta. Recordando lo anterior y ante el nacimiento “casual” de sus hijos, todo su empeño se centraba en evitar estos comportamientos egoístas. Esta actitud no fue comprendida por su esposa que actuaba de forma muy distinta, sencillamente actuaba como madre. Las divergencias fueron haciéndose cada vez mayores y como consecuencia el resultado era: todos contra uno y viceversa. ¿Qué hubiera sucedido si su paternidad hubiera sido mas maternal? ¿Y qué si su esposa hubiera comprendido el modo de educar que él ensayaba? ¿Faltó la comprensión y el diálogo? Respecto a las dos primeras preguntas nunca hallaremos respuesta. En cuanto a la última no hay duda que las posturas encontradas de ambos radicalizaron los comportamientos de todos absolutamente. Y los hijos siempre dan la razón a quien les facilita las cosas. Piensa él que si en una nueva oportunidad y llevado por el amor hiciera un planteamiento, que nunca hizo, respecto a la procreación, solo llegarían aquellos hijos deseados por la pareja y la educación se realizaría con un programa consensuado por ambos. La verdad es que entonces les faltó experiencia y qué caramba eran otros tiempos.
EDUCAR A LOS HIJOS
Javier confesaba que había elegido a la mujer con la que se casó y con la que durante muchos años fue feliz, pero nunca eligió hijos, ellos vinieron fruto de un gran amor y crecieron, crecieron hasta hacerse mayores. Es posible que ante su casi total indiferencia. El papel de padre no lo había interpretado muy bien, porque el oficio de padre no puede ser interpretado sino sentido. Si analizamos esta ausencia de sentimientos, en una primera valoración, puede ser
que el egoísmo sentido por él fuera la causa principal de su actitud. Recordaba perfectamente todo lo que había recibido de sus padres y su comportamiento hacia ellos. Frente a la entrega de los progenitores, la tibieza suele ser la respuesta. Recordando lo anterior y ante el nacimiento “casual” de sus hijos, todo su empeño se centraba en evitar estos comportamientos egoístas. Esta actitud no fue comprendida por su esposa que actuaba de forma muy distinta, sencillamente actuaba como madre. Las divergencias fueron haciéndose cada vez mayores y como consecuencia el resultado era: todos contra uno y viceversa. ¿Qué hubiera sucedido si su paternidad hubiera sido mas maternal? ¿Y qué si su esposa hubiera comprendido el modo de educar que él ensayaba? ¿Faltó la comprensión y el diálogo? Respecto a las dos primeras preguntas nunca hallaremos respuesta. En cuanto a la última no hay duda que las posturas encontradas de ambos radicalizaron los comportamientos de todos absolutamente. Y los hijos siempre dan la razón a quien les facilita las cosas. Piensa él que si en una nueva oportunidad y llevado por el amor hiciera un planteamiento, que nunca hizo, respecto a la procreación, solo llegarían aquellos hijos deseados por la pareja y la educación se realizaría con un programa consensuado por ambos. La verdad es que entonces les faltó experiencia y qué caramba eran otros tiempos.