REFRANES
Según los expertos, los refranes no tienen origen conocido, siendo tan antiguos como el lenguaje. De la observación de muchos y, por tanto, su generalización, se deduce una verdad que termina por convertirse en un refrán. Se mantiene la creencia de que "el refrán es la sabiduría de muchos y la agudeza de uno solo", porque, procediendo del pueblo, la forma se la dieron personas cultas, pero anónimas. Hay estudiosos que dividen los refranes en anteriores y posteriores a Cervantes, aquéllos mejor acabados en cuanto a metro y a rima. Algunos fueron tomados de los romanceros y leyendas populares, viniendo a ser como una conclusión o moraleja. Vaya como ejemplo éste: "A buen capellán, mejor sacristán".
Cito literal: "Comiendo en una aldea un capellán un palomino asado, rogábale un caminante que le dejase comer con él, y que él pagaría su parte; y no queriendo, el caminante comía su pan a secas, y después dijo: 'Habéis de saber, reverendo, que, vos al sabor, y yo al olor, entrambos hemos comido del palomino, aunque no queráis'. Respondió el capellán: 'Si eso es así, vuestra parte quiero que paguéis del palomino'.
El otro que no, y él que sí, pusieron por juez al sacristán de la aldea, que estaba presente, el cual dijo al capellán que cuánto le había costado el palomino; dijo que medio real; mandó que sacase un cuartillo el caminante, y el mismo sacristán lo tomó, y sonándolo encima de la mesa dijo: 'Reverendo, os tenéis por pagado del sonido, así como él del olor que ha comido'.
Dijo entonces el huésped a los dos: 'A buen capellán, mejor sacristán".
Según los expertos, los refranes no tienen origen conocido, siendo tan antiguos como el lenguaje. De la observación de muchos y, por tanto, su generalización, se deduce una verdad que termina por convertirse en un refrán. Se mantiene la creencia de que "el refrán es la sabiduría de muchos y la agudeza de uno solo", porque, procediendo del pueblo, la forma se la dieron personas cultas, pero anónimas. Hay estudiosos que dividen los refranes en anteriores y posteriores a Cervantes, aquéllos mejor acabados en cuanto a metro y a rima. Algunos fueron tomados de los romanceros y leyendas populares, viniendo a ser como una conclusión o moraleja. Vaya como ejemplo éste: "A buen capellán, mejor sacristán".
Cito literal: "Comiendo en una aldea un capellán un palomino asado, rogábale un caminante que le dejase comer con él, y que él pagaría su parte; y no queriendo, el caminante comía su pan a secas, y después dijo: 'Habéis de saber, reverendo, que, vos al sabor, y yo al olor, entrambos hemos comido del palomino, aunque no queráis'. Respondió el capellán: 'Si eso es así, vuestra parte quiero que paguéis del palomino'.
El otro que no, y él que sí, pusieron por juez al sacristán de la aldea, que estaba presente, el cual dijo al capellán que cuánto le había costado el palomino; dijo que medio real; mandó que sacase un cuartillo el caminante, y el mismo sacristán lo tomó, y sonándolo encima de la mesa dijo: 'Reverendo, os tenéis por pagado del sonido, así como él del olor que ha comido'.
Dijo entonces el huésped a los dos: 'A buen capellán, mejor sacristán".
