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DEZA: DIARIO PALENTINO- Digital...

Por San Miguel, “el agostero, en su casa se ha de ver". Se llamaba agostero, a la persona que se ajustaba para trabajar durante el verano, para un mismo amo. Generalmente era gente joven, mozos, que venían a ganarse un jornal seguro; pero que lo tenían que sudar de valiente. El pobre, casi siempre se caía de sueño y en según que casas, pasaba más hambre que el perro del dueño. A Deza subían gentes del vecino Aragón en donde los cereales no abundaban y las viñas las llevaban las personas mayores. También los había que marchaban a sus casas la mar de contentos y volvían a trabajar varios años seguidos, para el mismo amo. Podemos figurarnos un abanico de posibilidades; pero no vayáis a creer que demasiado amplio.
El agostero, en tiempos, dormía en un cuartito que había en la misma cuadra de las mulas y él era el encargado de darles de comer, llevarlas al agua, aparejarlas y tenerlas listas a la hora prevista para trabajar, puesto que el amo, muchas veces se desentendía de estos menesteres: Para ello pagaba... Los había que comían en la mesa con los mismos amos; pero también los hubo que más parecían esclavos pues no tenían libertad ni para salir un ratillo a la Plaza, lugar de tertulias, entonces. En cuanto a fiestas semanales, nada de nada. No hacían poco si para la Virgen de Agosto, Fiestas de su pueblo (en todo Aragón suele ser la Mayores), el amo les daba un par de días para que fuesen a ver a su novia o mujer y prou.
Una vez pilló el amo a su agostero sentado. Al preguntarle que hacía, su contestación fue que había hecho todo y que estaba descansando. Pues sube a enderezarle los pelos del coño a la ama y cuando acabes ya veremos lo que queda por hacer...
Habéis visto que al abuelo también le ha llegado su San Miguel. He vuelto a mi residencia habitual. Y con buen humor. Habrá tenido buen amo en este verano.

Un abrazo.

DIARIO PALENTINO- Digital
Sábado, 3 de octubre de 2009

SOLANA PALENTINA

Agosteros, junieros y julieros

(GONZALO ORTEGA ARAGÓN)
EL mes de agosto se ha tenido siempre entre nosotros como el núcleo temporal de la cosecha cerealista. Solía comenzarse la siega en julio, pero lo fuerte del faenario triguero estaba en agosto, el de los calores de parrilla de San Lorenzo y las noches de frío en rostro cuando se apagaban las danzas de San Roque.
Por eso, a los que ajustaban su trabajo cosechero se los llamó siempre agosteros, aunque ese ajuste se hiciera entre San Juan y San Pedro. Y tanto se identificó el mes de agosto con la recogida del fruto labrador, con el dinero en mano de las labores de todo un año, que la expresión hacer el agosto se aplicó, de forma figurada, a las ganancias de otro negocio cualquiera.
El labrador trabajaba y tenía sus gastos de gestión durante todo el año, pero sólo obtenía ganancias al final de la cosecha, es decir en agosto o poco más allá. Y así, se decía que alguien hacía su agosto cuando otro oficio temporal le reportaba pingües beneficios, cuando aprovechaba una coyuntura favorable para obtener sustanciosas bolsas, cuando le caía un golpe de fortuna en sus negocios.
Pero lo que ha durado siglos hace ya un tiempo que ha cambiado también en la agricultura. La mecanización, los abonos minerales y los regadíos han conseguido que las cosechas cerealistas se adelanten bastante. De manera que hoy ya se barruntan cosechadoras por San Antonio, se lanzan al campo por San Juan y en la primera quincena de julio ya está el campo rapado a serrucho. Y por supuesto que en agosto ya nadie se acuerda de segadoras y trillos, que sólo quedan en pie los cultivos de otoño.
Por tanto, las escasas semanas que los agricultores dedican hoy a recoger la cosecha quedan lejos del agosto ahora a la sombra descansadera. Y a esos cosecheros ya no se les puede llamar agosteros, que debería llamárseles junieros o julieros. O ya, como no hay ajustes, simplemente autocosecheros.

Un abrazo.