DEZA: DE AQUELLOS POLVOS… o...

DE AQUELLOS POLVOS… o
(DE AQUELLA SIEMBRA DE VIENTOS A LAS TEMPESTADES POSTERIORES)
Cuando leo los mensajes solidarios de estos foros entre gentes de distintas provincias -de Granada, de León, de Zaragoza, de Burgos…- no puedo por menos que, por contraposición, acordarme de los que se dedicaron a sembrar cizaña. Los frutos de aquella cosecha los estamos padeciendo hoy.
(Esta ha sido la entradilla con que he dado la murga a modo introductorio de las frases de Sabino Arana. Y luego, últimamente, añadí la apostilla que sigue:
"Otro día habrá que referirse a los que, años después, los de la España uniforme y uniformada también ayudaron a aquellos polvos.")

Al respecto de esto último voy a contar alguna historia como la que sigue. Hace tiempo hice una buena amistad con un navarro natural de un pueblo muy próximo a tierras guipuzcoanas, donde siempre se habló también euskera. Me contaba que, al poco de acabar la guerra, llegó un maestro de tierras salmantinas que hizo cuanto estuvo en su mano por erradicar la lengua vasca. Su método consistía en entregar una piedra más bien gorda al niño que sorprendiese pronunciando algún vocablo vascuence. El infortunado sólo podría librarse de llevar el peso, endosándosela a su vez a otro incauto al que sorprendiese hablando la lengua materna. Decía este amigo, fallecido hace pocos años, que en la escuela no volvió a hablarse una palabra en vasco, por la cuenta que traía.
(El salmantino, sin duda, contribuyó a reforzar el criterio y argumentos de Monseñor Sabino, aunque desde el polo opuesto. Ya se sabe, los polos opuestos se atraen. Elemental.)