COMO TESTIGO EL BALCÓN DE LA GALIANA
En el año de 1980, aquellos dos hombres, en el mes de agosto a primeros, vivieron diferentes situaciones, en la provincia de Soria. Habían pasado 37, años, y comentando sus aventuras y ratos de miedo, en “El desguace de La Virgen de la Salud”, del barrio de Hortaleza en Madrid, se contaron sus desventuras de aquellos años del cambio político en España, más lo que al comentarlo les impacto, fue lo de una noche de verano, donde los dos conductores, con coches de la marca SEAT, sufrieron alrededor de las tres de la madrugada, Donde no se atrevían a contar su historia, ya que cada cual por su lugar, comentaron que anduvieron como unos 25, kilómetros sin darse cuenta de nada, como si ambos coches no tocaran el suelo, y aunque fue en distintos sitios no eran nada lejanos, el mayor de edad de los dos conductores, le comento a su compañero de partida de cartas, Yo venía de San Leonardo, y sin enterarme de nada, me vi en la entrada del Burgo de Osma, y el otro compañero le dijo, a la misma hora de un lunes por la noche o sea un martes de madrugada, me fui desde Los Altos de Ayllón, hasta la entrada del Puente sobre el río Duero, el llamado del romancero del Cid. Los dos amigos se quedaron perplejos, eran las historias en las mismas fechas y sobre el terreno más desértico de España. Sin pensarlo demasiado, decidieron irse un buen día del mes de mayo del año, 2017, para de nuevo poder vivir aquella etapa de su vida en las tierras de Soria. Todo fue normal, hasta empezar a subir la Cuesta de La Galiana, donde en su balcón pararon el coche Opel, que llevaban. Entre los enebros y aquella maravillosa vista del Cañón del Río Lobos, estuvieron como más de media hora, donde el hombre mayor comentaba, esa noche no recuerdo nada del misterio que te conté. Una vez reflexionando sobre aquel misterio, continuaron camino hasta El Burgo de Osma, donde pararon a comer, y se pasearon por sus calles principales, donde pudieron ver libros del misterio de los templarios, sobre el Cañón de dicho Río Lobos, que se une al Ucero en el principio de dicha Cuesta, o sea el nacimiento del Ucero. La tarde se les vino encima, y salieron camino de Madrid, por San Esteban de Gormaz, y pasando por todos aquellos lugares donde según el hombre más joven, ni rodo el coche, y su vista, no diviso nada en todo aquel camino de curvas, y empalmes de caminos y carreteras. Eran puntos iguales y distintos, que tan solo les separaban unos cuantos kilómetros, al estar en Los Altos de Ayllón, ya anochecía, y sus miradas al horizonte se perdían, al no existir ninguna referencia, ni localidad que la pudieran tener a la vista. Solo el murmullo de algún motor en la lejanía, les hacía creer que estaban en territorio de Soria, sin poder explicar nada de aquel misterio, que tanto les había hecho pensar, Una vez pasado como media hora y siendo plenamente de noche, empezaron a sentir frío y miedo, y sin dudarlo se subieron a su coche, para reiniciar su camino hacia Madrid. Eso sí, se dieron cuenta que los dos hombres, sufrieron algún misterio sin explicar, que les hacía sentirse inseguros, y sin dejar de mirar la parte de arriba de su Opel, pasaron por los aledaños de Ayllón y Riaza, pero al llegar a la curva del río Serrano, algo raro les metió el miedo en el cuerpo, se ve que la rueda delantera, rozo con el salvabarros, y su gruñido, fue terrible, continuaron hacia Madrid, y su camino desde aquel imprevisto, que no les dio por mirar el coche desde fuera, era de sobresalto, cada curva los chillidos se volvían a escuchar, y al llegar frente a Buitrago, por fin detectaron el fallo del amortiguador delantero, y su retorno hasta Madrid, fue de calma y miedo, que se callaron, sin explicar a nadie de dicho “desguace”, aquel viaje para encontrar, el motivo de dicha anomalía, en aquella noche del mes de agosto, donde las cosechadoras no funcionaban, al estar el ambiente frío, por debajo de los 20, grados. Hay misterios que nadie sabe su trayectoria, y los miedos acumulados en las noches, se vuelven fastidiosos.... G X Cantalapiedra.
En el año de 1980, aquellos dos hombres, en el mes de agosto a primeros, vivieron diferentes situaciones, en la provincia de Soria. Habían pasado 37, años, y comentando sus aventuras y ratos de miedo, en “El desguace de La Virgen de la Salud”, del barrio de Hortaleza en Madrid, se contaron sus desventuras de aquellos años del cambio político en España, más lo que al comentarlo les impacto, fue lo de una noche de verano, donde los dos conductores, con coches de la marca SEAT, sufrieron alrededor de las tres de la madrugada, Donde no se atrevían a contar su historia, ya que cada cual por su lugar, comentaron que anduvieron como unos 25, kilómetros sin darse cuenta de nada, como si ambos coches no tocaran el suelo, y aunque fue en distintos sitios no eran nada lejanos, el mayor de edad de los dos conductores, le comento a su compañero de partida de cartas, Yo venía de San Leonardo, y sin enterarme de nada, me vi en la entrada del Burgo de Osma, y el otro compañero le dijo, a la misma hora de un lunes por la noche o sea un martes de madrugada, me fui desde Los Altos de Ayllón, hasta la entrada del Puente sobre el río Duero, el llamado del romancero del Cid. Los dos amigos se quedaron perplejos, eran las historias en las mismas fechas y sobre el terreno más desértico de España. Sin pensarlo demasiado, decidieron irse un buen día del mes de mayo del año, 2017, para de nuevo poder vivir aquella etapa de su vida en las tierras de Soria. Todo fue normal, hasta empezar a subir la Cuesta de La Galiana, donde en su balcón pararon el coche Opel, que llevaban. Entre los enebros y aquella maravillosa vista del Cañón del Río Lobos, estuvieron como más de media hora, donde el hombre mayor comentaba, esa noche no recuerdo nada del misterio que te conté. Una vez reflexionando sobre aquel misterio, continuaron camino hasta El Burgo de Osma, donde pararon a comer, y se pasearon por sus calles principales, donde pudieron ver libros del misterio de los templarios, sobre el Cañón de dicho Río Lobos, que se une al Ucero en el principio de dicha Cuesta, o sea el nacimiento del Ucero. La tarde se les vino encima, y salieron camino de Madrid, por San Esteban de Gormaz, y pasando por todos aquellos lugares donde según el hombre más joven, ni rodo el coche, y su vista, no diviso nada en todo aquel camino de curvas, y empalmes de caminos y carreteras. Eran puntos iguales y distintos, que tan solo les separaban unos cuantos kilómetros, al estar en Los Altos de Ayllón, ya anochecía, y sus miradas al horizonte se perdían, al no existir ninguna referencia, ni localidad que la pudieran tener a la vista. Solo el murmullo de algún motor en la lejanía, les hacía creer que estaban en territorio de Soria, sin poder explicar nada de aquel misterio, que tanto les había hecho pensar, Una vez pasado como media hora y siendo plenamente de noche, empezaron a sentir frío y miedo, y sin dudarlo se subieron a su coche, para reiniciar su camino hacia Madrid. Eso sí, se dieron cuenta que los dos hombres, sufrieron algún misterio sin explicar, que les hacía sentirse inseguros, y sin dejar de mirar la parte de arriba de su Opel, pasaron por los aledaños de Ayllón y Riaza, pero al llegar a la curva del río Serrano, algo raro les metió el miedo en el cuerpo, se ve que la rueda delantera, rozo con el salvabarros, y su gruñido, fue terrible, continuaron hacia Madrid, y su camino desde aquel imprevisto, que no les dio por mirar el coche desde fuera, era de sobresalto, cada curva los chillidos se volvían a escuchar, y al llegar frente a Buitrago, por fin detectaron el fallo del amortiguador delantero, y su retorno hasta Madrid, fue de calma y miedo, que se callaron, sin explicar a nadie de dicho “desguace”, aquel viaje para encontrar, el motivo de dicha anomalía, en aquella noche del mes de agosto, donde las cosechadoras no funcionaban, al estar el ambiente frío, por debajo de los 20, grados. Hay misterios que nadie sabe su trayectoria, y los miedos acumulados en las noches, se vuelven fastidiosos.... G X Cantalapiedra.