QUISO SABER SU FORTALEZA
Andando noche y día por diferentes caminos, quiso saber si su vida era vivir sin destinos. Caminó buscando sueños, entre los viejos molinos, y supo sufrir empeños aguantando vientos finos. Con las sombras de la noche anduvo por mil caminos, y conoció ciertos broches con signos de peregrinos. Aquel hombre solitario, que nunca supo de amigos, fue su vida ese calvario donde se sufren castigos. Vendavales de las noches, faroles medio encendidos, palabras con sus reproches, en lugares escondidos. Las pasiones derrotadas, los vientos siempre testigos, muchas horas marginadas entre negros enemigos. Cuando sobran los lamentos, cuando todos son aullidos, cuando sufrimos tormentos y nos sentimos vencidos. Somos humanos dispuestos a vivir sin compromisos, nunca besamos los tiestos ni nos gustan los avisos. Deja que siga la tarde, que la noche está conmigo, nada me parece en balde si conozco algún amigo. Aquel hombre marginado, lleno de frases de olvido, le recuerdo bien dotado como un rico protegido. La vida le pego fuerte, su caminar fue testigo, a veces no tuvo suerte aunque cambiase de siglo. Con la maleta en su mano, sin saber de su destino, en su caminar humano solo tuvo desatino. Las riquezas se volaron, el amor quedó extinguido, sus pasos le condenaron a ser un pobre perdido. Ya no le faltan razones, él es solo un deprimido, a veces los corazones buscan un camino erguido. Dicen que sigue buscando un lugar en su camino, mientras hoy quiere soñando poder ser un adivino. No quiere soltar lamentos, no busca ser protegido, le asustan los sufrimientos de ser un hombre vencido. Dejar que llore la noche, queriendo beber buen vino, a veces buscas el broche de cualquier ser adivino. Cuando se acaba la vida, en las grises madrugadas, no se siente la partida de gentes abandonadas. La noche se va marchando, detrás viene la alborada, no quiero gente llorando en la fría madrugada. Cuando no queda remedio, si la fecha está marcada, aquel camino del medio puede ser senda ocultada. Las lágrimas se evaporan entre palabras sentidas, a veces ellas imploran el final de muchas vidas. No quiero falsos lamentos, ni rosas que estén perdidas, a veces los sentimientos hacen rutas distinguidas. Nadie quiere carnavales en las serias despedidas, solo las frases normales pueden curar las heridas. G X Cantalapiedra.
Andando noche y día por diferentes caminos, quiso saber si su vida era vivir sin destinos. Caminó buscando sueños, entre los viejos molinos, y supo sufrir empeños aguantando vientos finos. Con las sombras de la noche anduvo por mil caminos, y conoció ciertos broches con signos de peregrinos. Aquel hombre solitario, que nunca supo de amigos, fue su vida ese calvario donde se sufren castigos. Vendavales de las noches, faroles medio encendidos, palabras con sus reproches, en lugares escondidos. Las pasiones derrotadas, los vientos siempre testigos, muchas horas marginadas entre negros enemigos. Cuando sobran los lamentos, cuando todos son aullidos, cuando sufrimos tormentos y nos sentimos vencidos. Somos humanos dispuestos a vivir sin compromisos, nunca besamos los tiestos ni nos gustan los avisos. Deja que siga la tarde, que la noche está conmigo, nada me parece en balde si conozco algún amigo. Aquel hombre marginado, lleno de frases de olvido, le recuerdo bien dotado como un rico protegido. La vida le pego fuerte, su caminar fue testigo, a veces no tuvo suerte aunque cambiase de siglo. Con la maleta en su mano, sin saber de su destino, en su caminar humano solo tuvo desatino. Las riquezas se volaron, el amor quedó extinguido, sus pasos le condenaron a ser un pobre perdido. Ya no le faltan razones, él es solo un deprimido, a veces los corazones buscan un camino erguido. Dicen que sigue buscando un lugar en su camino, mientras hoy quiere soñando poder ser un adivino. No quiere soltar lamentos, no busca ser protegido, le asustan los sufrimientos de ser un hombre vencido. Dejar que llore la noche, queriendo beber buen vino, a veces buscas el broche de cualquier ser adivino. Cuando se acaba la vida, en las grises madrugadas, no se siente la partida de gentes abandonadas. La noche se va marchando, detrás viene la alborada, no quiero gente llorando en la fría madrugada. Cuando no queda remedio, si la fecha está marcada, aquel camino del medio puede ser senda ocultada. Las lágrimas se evaporan entre palabras sentidas, a veces ellas imploran el final de muchas vidas. No quiero falsos lamentos, ni rosas que estén perdidas, a veces los sentimientos hacen rutas distinguidas. Nadie quiere carnavales en las serias despedidas, solo las frases normales pueden curar las heridas. G X Cantalapiedra.