EL BURGO DE OSMA: UNA MAÑANA FRÍA LLEGÓ AL BURGO...

UNA MAÑANA FRÍA LLEGÓ AL BURGO
Estaba el viento soplando sin explicar sus razones, el hombre quedó temblando en un mar de confusiones, Aquella fecha de julio con los fríos apretando, quizá le sobró su juicio al ver lo que iba pasando. Eran tiempos de pasada, sin preguntar las razones, la Catedral la encontraba sin restar exclamaciones. Aquel hombre de mañana buscando calor constante, aquella etapa tan vana le resultaba alarmante. Aquel verano con frío entre piedras milenarias, sin darse cuenta del Río en fechas extraordinarias. Se pasaron cincuenta años de aquel caminar errante, el hombre paso peldaños como cualquier emigrante. El Burgo marcó su ruta de caminar adelante, con una fuerza absoluta tuvo losas por delante. La mañana le dejaba, pensando sobre sus ríos, y el coche le abandonaba entre sus escalofríos. Pensando sobre esa tierra que para siempre le marca, en su corazón encierra el recuerdo que se aparca. Aquella mañana fría con ropa para el invierno, le hicieron ver ese día que el frío parece eterno. Miro las losas del suelo como si fueran testigos, y en ellas logro el consuelo de ver fríos sin castigos. El Burgo tiene sus días que les llaman de nostalgia, donde se ven alegrías que pueden tener sus magias. Con los vientos heladores que vienen de la montaña, vives tiempos soñadores sin ver las fechas extrañas. Mirar a La Cruz del Siglo entre buenas vibraciones, mientras notas los sigilos de sus enormes razones. El Burgo marca caminos por esas sendas sorianas, donde se sienten los trinos en las preciosas mañanas. Caminar buscando sueños entre piedras castellanas, sin saber si tienen dueños o si son piedras profanas. Pasar el desfiladero para llegar a La Rasa, con aire de aventurero de los que nada le arrasa. El Burgo deja recuerdos en cualquiera madrugada, donde los hombres más cuerdos sueñan bonita alborada. Se han pasado muchos años, han cambiado hasta La Plaza, se conocieron peldaños más el frío no se aplaza. G X Cantalapiedra.