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EL BURGO DE OSMA: AQUELLA NOCHE DE FIESTA...

AQUELLA NOCHE DE FIESTA
A las cinco de la madrugada, de aquel dieciséis de agosto, volvieron hacia su casa por la mala carretera. Cinco jóvenes cantando, casi con la borrachera, las curvas fueron tomando sin ver la muerte a su vera. Cada cual siguió gritando con el alcohol sin barrera, su miedo se fue alejando incluso con la quimera. La rotula reventada, en la rara carretera, la rueda cayó forzada y andando se fue la gresca. Con el coche abandonado, casi se fue a la cuneta. El viento llegó dañando aquella noche repleta. Maldiciones a los coches, palabras que suenan huecas, todo un mundo de reproches, cuando nadie toca teclas. Llamaremos a la grúa, una voz grito bien hecho, “pero vamos para casa el coche está el barbecho”. Demasiadas pocas cosas tiene este viento tan mal trecho, el alcohol nunca da rosas ni caminas más derecho. El Burgo de Osma quedaba entre sombras musicales, si la música sonaba, eran sonidos normales. Esas noches fabulosas donde reina la armonía, se ven horas horrorosas de tragedia y agonía. Conductores del peligro, amigos que van de juerga, pudieran pegar un giro y la muerte se despliega. Luego vendrán los lamentos, de muchas horas de fiestas, con palabras de tormentos sin ver señales de cuestas. Horas que pasan deprisa, rutas que llaman siniestras, de vez en cuando la brisa nos hace sus tristes restas. El alcohol es una droga que va alegre circulando, y pudiera ser la soga que puede seguir matando. Carreteras de verano de la provincia de Soria, donde cualquier ser humano no quiere usar la memoria. Baches con curvas malditas, sombras que marcan rodajes, jabalís que cuando gritan nada saben de linajes. Asfaltos que marcan huellas por lugares apartados, donde brillan las estrellas con sus signos renegados. Las drogas buscan la muerte, entre vientos muy pesados, nadie presuma de suerte con los sueños endiablados. Carreteras comarcales entre paisajes nublados, los momentos más fatales suelen ser siempre pesados. Una curva mal rodada, un rasante despistado, un rueda poco hinchada, puede dejarte marcado. En las noches de verano cuando brilla la alborada, que nadie se sienta vano ni busque fiesta cerrada. Noches que pueden ser malas, cuando los grillos nos gritan, pensemos en ciertas balas que a los humanos agitan. Para seguir caminando por esas tierras sorianas, hay que saber circulando respetar nuestras mañanas. G X Cantalapiedra.