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CUANDO TIEMBLAN LOS PASTORES
Vienen los lobos aullando
por las tierras del Ucero,
el hambre les va marcando
su signo de carnicero.
Entre enebros retorcidos
y piedras muy marginadas,
los caminos deprimidos
conocen grandes pisadas.
Vienen los lobos bajando
mientras los zorros observan,
los aullidos van flotando
en montes que se conservan.
Los pastores defendiendo
su rebaño con ovejas,
hay lobos que van diciendo,
“que nadie me suelte quejas”.
Van los pastores temblando
los aullidos atormentan,
sus perros siguen ladrando
mientras los miedos aumentan.
Lobos que van en manada,
con sus dientes de fiereza,
una escopeta cargada
les puede causar pereza.
Los montes siguen tranquilos,
las esperanzas no pliegan,
existen los dientes filos
que los lobos bien despliegan.
Los pastores esperando
la manada sin reserva,
el ataque va dejando
poner la vida más tensa.
Sobre la cima del cerro
el lobo deja sus huellas,
pronto ladrará su perro
que no ve las horas bellas.
Los pastores se defienden,
sus piernas a veces tiemblan,
muchas veces se comprenden
esas tan temidas nieblas.
Lobos de la madrugada,
que no conocen reserva,
a veces en la alborada
su fiereza la conserva.
G X Cantalapiedra.
Vienen los lobos aullando
por las tierras del Ucero,
el hambre les va marcando
su signo de carnicero.
Entre enebros retorcidos
y piedras muy marginadas,
los caminos deprimidos
conocen grandes pisadas.
Vienen los lobos bajando
mientras los zorros observan,
los aullidos van flotando
en montes que se conservan.
Los pastores defendiendo
su rebaño con ovejas,
hay lobos que van diciendo,
“que nadie me suelte quejas”.
Van los pastores temblando
los aullidos atormentan,
sus perros siguen ladrando
mientras los miedos aumentan.
Lobos que van en manada,
con sus dientes de fiereza,
una escopeta cargada
les puede causar pereza.
Los montes siguen tranquilos,
las esperanzas no pliegan,
existen los dientes filos
que los lobos bien despliegan.
Los pastores esperando
la manada sin reserva,
el ataque va dejando
poner la vida más tensa.
Sobre la cima del cerro
el lobo deja sus huellas,
pronto ladrará su perro
que no ve las horas bellas.
Los pastores se defienden,
sus piernas a veces tiemblan,
muchas veces se comprenden
esas tan temidas nieblas.
Lobos de la madrugada,
que no conocen reserva,
a veces en la alborada
su fiereza la conserva.
G X Cantalapiedra.