QUE EXISTE DESPUÉS DE LA MUERTE
Un amigo de esta vida me pregunto en el silencio, “Dime la vida extinguida no se conoce su precio”. Era la tarde del Burgo, era un camino sin plomo, era preguntar pensando si no existe el manicomio. Caminamos sin dudarlo, la vida no tiene fondo, el camino del Ucero no tiene falsos recodos. Piedras que guardan silencio, en El Puente del Suicida, la vida no tiene precio cuando todo se termina. Nos preguntamos pensando, donde termina la vida, las dudas fueron brotando, todo, todo se termina. Ayer soñé con la muerte, la pregunte su deriva, ella me habló de la suerte que casi nunca se activa. Entre voces desgarradas subiendo por las colinas, vi palabras endiabladas que hablaban de medicina. La muerte tiene misterio, un misterio es está vida, en este asunto tan serio no vale buscar la huida. El Ucero de testigo como buena compañía, la muerte no es un castigo, es lo malo su agonía. Si venimos de la nada, sin firmar un compromiso, en esa tarde encantada no quise sentir su aviso. La guadaña sigue en marcha, y no respeta suspiros, a cualquier humano engancha sin necesidad de tiros. Por El Burgo caminando, entre losas de testigos, la vida se va pasando sin ser las tardes castigos. Como humanos respiramos sin esperar recompensas, y a la muerte la miramos teniendo las mentes tensas. El Ucero desemboca en las aguas del Río Duero, y El Abión se desboca en las aguas del Ucero. G X Cantalapiedra.
Un amigo de esta vida me pregunto en el silencio, “Dime la vida extinguida no se conoce su precio”. Era la tarde del Burgo, era un camino sin plomo, era preguntar pensando si no existe el manicomio. Caminamos sin dudarlo, la vida no tiene fondo, el camino del Ucero no tiene falsos recodos. Piedras que guardan silencio, en El Puente del Suicida, la vida no tiene precio cuando todo se termina. Nos preguntamos pensando, donde termina la vida, las dudas fueron brotando, todo, todo se termina. Ayer soñé con la muerte, la pregunte su deriva, ella me habló de la suerte que casi nunca se activa. Entre voces desgarradas subiendo por las colinas, vi palabras endiabladas que hablaban de medicina. La muerte tiene misterio, un misterio es está vida, en este asunto tan serio no vale buscar la huida. El Ucero de testigo como buena compañía, la muerte no es un castigo, es lo malo su agonía. Si venimos de la nada, sin firmar un compromiso, en esa tarde encantada no quise sentir su aviso. La guadaña sigue en marcha, y no respeta suspiros, a cualquier humano engancha sin necesidad de tiros. Por El Burgo caminando, entre losas de testigos, la vida se va pasando sin ser las tardes castigos. Como humanos respiramos sin esperar recompensas, y a la muerte la miramos teniendo las mentes tensas. El Ucero desemboca en las aguas del Río Duero, y El Abión se desboca en las aguas del Ucero. G X Cantalapiedra.