AQUEL HOMBRE DELIRANDO
Eran las fechas duras del año 1948, aquel hombre nacido en tierras de Soria, e inmigrante desde el año 1930, le llegaba la hora de morir, sus facultades mentales percibían esos momentos de sus últimas horas, intento hablar con sus hijos, de querer volver a su tierra, para descansar eternamente allí, pero le fue imposible, su esposa también la hubiera gustado llevarle a su lugar de nacimiento, cerca del Burgo de Osma, y a las orillas del Río Duero, pero su situación económica no le andaba nada holgada, y en aquellos años el traslado de cadáveres era caro y casi imposible, por la cantidad de certificados y papeleo que tenían, Aquel hombre en sus horas finales, su memoria se extendía sobre las tierras sorianas, en su cerebro aparecía el Río Duero, Castillos como el de Gormaz, y Caracena, lugares que siendo joven había visitado, sin olvidarse del Castillo de Berlanga de Duero, lugares donde el mercado de ganado y otros productos de la tierra, eran puntos de encuentro, donde a veces se lograba hasta encontrar esposa para toda una vida. Aquel hombre se llegó a morir pensando en su tierra, por su mente pasó como una película de corto recorrido, pero sin dejar lugar alguno que reconocer. Sus memorias no le fallaban. Sus 66, años eran de trabajo y buscar siempre lo mejor para su familia. Más la muerte no concede prorrogas, cuando el corazón vive sus críticos momentos, y la familia tan solo puede darte consuelo en la triste despedida, con esas frases de querer aliviar tu sufrimiento. Para sentir tú marcha en la soledad de los días siguientes. Aquel hombre como otros muchos, se marcharon de esta vida sin poder cumplir su deseo de volver a su tierra para siempre. A veces la soledad del inmigrante, y el deseo de volver donde nació, es un camino imposible, hoy día tenemos la solución de las cenizas, que son un triste consuelo, pero a la vez una exclusiva lección de amor a la tierra que te vio nacer. Y donde casi a diario pensabas en ella, como el mejor recurso para seguir trabajando con la fuerza que te da la memoria. G X Cantalapiedra.
Eran las fechas duras del año 1948, aquel hombre nacido en tierras de Soria, e inmigrante desde el año 1930, le llegaba la hora de morir, sus facultades mentales percibían esos momentos de sus últimas horas, intento hablar con sus hijos, de querer volver a su tierra, para descansar eternamente allí, pero le fue imposible, su esposa también la hubiera gustado llevarle a su lugar de nacimiento, cerca del Burgo de Osma, y a las orillas del Río Duero, pero su situación económica no le andaba nada holgada, y en aquellos años el traslado de cadáveres era caro y casi imposible, por la cantidad de certificados y papeleo que tenían, Aquel hombre en sus horas finales, su memoria se extendía sobre las tierras sorianas, en su cerebro aparecía el Río Duero, Castillos como el de Gormaz, y Caracena, lugares que siendo joven había visitado, sin olvidarse del Castillo de Berlanga de Duero, lugares donde el mercado de ganado y otros productos de la tierra, eran puntos de encuentro, donde a veces se lograba hasta encontrar esposa para toda una vida. Aquel hombre se llegó a morir pensando en su tierra, por su mente pasó como una película de corto recorrido, pero sin dejar lugar alguno que reconocer. Sus memorias no le fallaban. Sus 66, años eran de trabajo y buscar siempre lo mejor para su familia. Más la muerte no concede prorrogas, cuando el corazón vive sus críticos momentos, y la familia tan solo puede darte consuelo en la triste despedida, con esas frases de querer aliviar tu sufrimiento. Para sentir tú marcha en la soledad de los días siguientes. Aquel hombre como otros muchos, se marcharon de esta vida sin poder cumplir su deseo de volver a su tierra para siempre. A veces la soledad del inmigrante, y el deseo de volver donde nació, es un camino imposible, hoy día tenemos la solución de las cenizas, que son un triste consuelo, pero a la vez una exclusiva lección de amor a la tierra que te vio nacer. Y donde casi a diario pensabas en ella, como el mejor recurso para seguir trabajando con la fuerza que te da la memoria. G X Cantalapiedra.