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CUANDO EXISTIÓ LA PANDEMIA
Entre risas duraderas y bailes muy bien formados, pisamos por las praderas en momentos complicados. Pero llegó la pandemia, y nos marcó su mal trago, de vivir esta tragedia mientras notamos su estrago. No fue ninguna comedia, nadie quiere viento amargo, fue tiempo de penitencia sin escuchar un halago. Por esa zona del Burgo la pandemia fue dañando, era como ver un yugo que te pudiera ir matando. Nadie se notaba libre, la muerte vino acechando, sobre la pandemia escribe algún medico informado. Escuchando comentarios que parecían malvados, eran los malos calvarios de sufrimientos cargados. Cuanta muerte en hospitales, cuando anciano abandonado, no fueron muertes normales, la pandemia fue matando. Era luchar sin defensa, era morir sin descanso, la vida se puso tensa y la muerte fue un remanso. Tanatorios al completo, hospitales rellenados, funerarias con el veto de ver muertos apilados. Sin poder ver despedidas, sin poder llorar los pasos, viendo las gentes hundidas que pensaron en fracasos. Residencias de mayores con trabajos mal pagados, conocieron los dolores de verse muy contagiados. Cuando triunfo la pandemia y todo cambio su paso, vivimos esa tragedia que es la muerte y el fracaso. Madres que murieron solas, maridos abandonados, hijos que mucho sufrieron en los tiempos mal llegados. La soledad es muy dura y más si estas enfermando, nos parece una locura estos meses esperando. Hoy que vemos la vacuna, y los daños que han parado, pensamos en la fortuna del que se ve liberado. Las residencias del Burgo, tienen su llanto guardado, la pandemia fue ese yugo de ver el tiempo dañado. Hoy que se nota la vida, están los pinos brillando, no existe ruta perdida ni ves los hombres llorando. G X Cantalapiedra.
Entre risas duraderas y bailes muy bien formados, pisamos por las praderas en momentos complicados. Pero llegó la pandemia, y nos marcó su mal trago, de vivir esta tragedia mientras notamos su estrago. No fue ninguna comedia, nadie quiere viento amargo, fue tiempo de penitencia sin escuchar un halago. Por esa zona del Burgo la pandemia fue dañando, era como ver un yugo que te pudiera ir matando. Nadie se notaba libre, la muerte vino acechando, sobre la pandemia escribe algún medico informado. Escuchando comentarios que parecían malvados, eran los malos calvarios de sufrimientos cargados. Cuanta muerte en hospitales, cuando anciano abandonado, no fueron muertes normales, la pandemia fue matando. Era luchar sin defensa, era morir sin descanso, la vida se puso tensa y la muerte fue un remanso. Tanatorios al completo, hospitales rellenados, funerarias con el veto de ver muertos apilados. Sin poder ver despedidas, sin poder llorar los pasos, viendo las gentes hundidas que pensaron en fracasos. Residencias de mayores con trabajos mal pagados, conocieron los dolores de verse muy contagiados. Cuando triunfo la pandemia y todo cambio su paso, vivimos esa tragedia que es la muerte y el fracaso. Madres que murieron solas, maridos abandonados, hijos que mucho sufrieron en los tiempos mal llegados. La soledad es muy dura y más si estas enfermando, nos parece una locura estos meses esperando. Hoy que vemos la vacuna, y los daños que han parado, pensamos en la fortuna del que se ve liberado. Las residencias del Burgo, tienen su llanto guardado, la pandemia fue ese yugo de ver el tiempo dañado. Hoy que se nota la vida, están los pinos brillando, no existe ruta perdida ni ves los hombres llorando. G X Cantalapiedra.